Page 46 - Mi Bebé y yo 356 - Sept-Oct 2023
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                  #alimentaciónsaludableenfamilia
¿Cómo debemos actuar si nuestro hijo rechaza un alimento o un grupo entero de alimentos?
• Si un niño rechaza un alimento, se suele aconsejar
no dar mayor importancia a este hecho. Podemos decir algo como: “Veo que no quieres comer guisantes hoy; puedes comer del resto de alimentos que hay en tu plato y otro día comemos guisantes”. O, simplemente, no decir nada y dar ejemplo comiéndolos igualmente ese día
y ofreciéndolos de nuevo pasado un tiempo.
• Hacerles partícipes en la preparación de los platos puede ser de ayuda. Si, por ejemplo, en este caso,
los peques ayudan a sacar los guisantes de sus vainas
y nos ven cocinarlos, en muchas ocasiones, querrán probarlos una vez estén listos, incluso antes de llegar
a la mesa, en un ambiente más distendido.
• Lo importante es mantener la oferta. Es habitual
encontrar familias que, tras 2-3 rechazos, retiran ciertos alimentos del menú. Gracias a diversas investigaciones, sabemos que los niños se han de exponer mucho
más a los alimentos antes de rendirse: se deben dar sin presiones de ningún tipo, pero han de seguir formando parte del menú familiar. Se considera que un alimento se debe ofrecer en distintas preparaciones al menos 12-15 veces para concluir que al pequeño no le agrada dicho alimento y que el rechazo no se debe a algo puntual.
• Si el niño rechaza un grupo entero de alimentos,
es conveniente consultar con el pediatra para valorar el caso, así como con un dietista nutricionista para asegurar los nutrientes de este grupo a través de alimentos que
el pequeño pueda aceptar, mientras se inicia el trabajo conjunto con otros profesionales que ayuden a expandir la aceptación de alimentos (por ejemplo, psicología, terapia ocupacional, logopedia, etc.).
  ¿Qué señales nos pueden indicar
que existe un problema?
Existen algunos síntomas a los que debemos prestar atención. Por ejemplo, si observamos:
• Pérdida de peso.
• Estancamiento del peso o de la talla en revisiones sucesivas de pediatría.
• Decaimiento, irritabilidad y cambios de conducta. • Alteraciones del sueño.
• Molestias gastrointestinales frecuentes.
En estos casos, es necesario consultar con el pediatra para descartar cualquier problema que pueda causar una disminución real del apetito (como una anemia) o determinar que, simplemente, se trata de una etapa en la que las necesidades del niño son menores y nuestras expectativas no se ajustan a la realidad del momento.
¿Qué importancia tiene el ambiente familiar a la hora de instaurar buenos hábitos alimentarios
en los niños?
• El ambiente es tanto o más importante que la comida que ofrecemos. Se ha visto que puede tener gran influencia sobre la aceptación de los platos que se ofrecen o la aparición de alteraciones en la conducta alimentaria. Por este motivo, hay que procurar que el momento de comer sea un momento de disfrute, en el que se pueda conversar sobre el día a día o sobre temas de interés para la familia,
de forma distendida y sin presiones.
• En caso de presentarse algún conflicto, si es posible, habría que esperar a después de la comida para resolverlo. Asimismo, es preciso evitar convertir la comida en un momento de tensión diaria, especialmente
en relación con los alimentos que
se ofrecen. Esto suele ocurrir cuando la comida se centra en si el peque se come o no lo ofrecido o si no prueba lo que le sirven. Si nos encontrásemos en esta situación, sería conveniente buscar apoyo para reconducirla.
  




































































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