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Gracias    a Dios    pudieron bajar,       y  caminaron sin      parar,   desde    el

                  mediodía     hasta   la  noche,   ¿Cuántos     kilómetros    caminaron?      No lo
                  se,  pero    puedo     calcular   que    caminaron      durante    7   u  8  horas.

                  Pensando donde ir, se acordaron que a unos kilómetros de allí, en
                  una casita vivían unos familiares gitanos, y esa casa estaba en pleno

                  campo,     y  posiblemente     en  esa   zona   estaba tomada      por el   mando

                  contrario que los tomó presos. Es de comprender que para llegar a
                  la casa de     los   gitanos   que   eran familia,     no   tomaron carreteras

                  principales,    sino que      fueron    por   caminos     poco conocidos,         así
                  evitarían    tener    otro contratiempo         con los      ejércitos   tanto de

                  izquierda como de derecha. Llegada la noche, todavía con un poco

                  de  luz,   calcularon    que   ya tenían que     estar al  lado    de  la casa que
                  andaban buscando,         pero    no   la veían. Pidieron al       Charri   que   se

                  subieran a un árbol para ver si desde lo alto podía divisar la casita,

                  Mi    padre    me    contaban riendo,        que    estaban tan      ansiosos     de
                  encontrarla,    que   la  tenían allí  mismo     y  no  se  habían dado     cuenta,

                  es decir, tal vez 20 metros del árbol. Ustedes se pueden imaginar la

                  alegría,  de   los  tres,  al  saber  que    de  momento estaban          en  tierra
                  segura.


                                             LA SEGUNDA VEZ

                           LOS LLEVARON PARA SER FUSILADOS.



                  Mi   familia,  como    la mayoría de      gitanos   en el  tiempo    de  la guerra,

                  iban de un lugar a otro, huyendo de la guerra. Así, en un pueblo de

                  Valencia,    que no recuerdo        el  nombre,     los  milicianos    volvieron    a
                  cogerlos    presos   a  los  tres,  mi  padre   que se llamaba       Aquilino,    tío

                  Rafael,   y  su primo    el Charri.    Ellos   de  nuevo,    se  negaron     ir  a la

                  guerra. Y    acto seguido los      pusieron     en  una   cola  de gente,    donde
                  tenían que     esperar tu    turno   para pasar a un patio        muy    grande,    y

                  donde    no se sabía     lo que hacían      con  los  presos,   mi   padre   intuyó

                  que los iban a fusilar. En aquel pueblo había unos gitanos que para
                  evitar  males   mayores     cuando los      milicianos    tomaron     la  ciudad  se




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