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Después     de esto ocurrieron        algunas   cosas   más   con   este   sargento

                  nuevo,    pero la     última   fue   determinante,      vinieron    otros   gitanos
                  distintos a verme, y cuando el sargento antigitano les vio,  les dio el

                  alto, apuntándoles con las metralletas que llevaban, les ordenó que
                  se  bajaran del     vehículo    y  se  pusiera hacia la pared,        dándoles     la

                  espalda    a  ellos,  gritándoles les pidió la documentación,           cuando     el

                  gitano más viejo que venía con el grupo vio la cara del sargento, le
                  entró pánico y se puso a temblar, pues le había reconocido que en

                  la época de      Franco    perseguía a los      gitanos   y  les  daba palizones.
                  Después     le devolvieron     la  documentación       amenazándolos        que no

                  los  quería ver   por   allí.  Recuerdo    la escena cuando       llegaron donde

                  yo estaba,    el  gitano que reconoció al          sargento,    me   dijo: “ya    no
                  vengo más      aquí,  este  hombre era      muy    malo,   les  daba   palizones    a

                  los  gitanos”. Aquello me        desbordó,     aquél   gitano yo lo conocía       de

                  hacía años, y sabía que era un gitano de orden, buena gente. Yo no
                  estaba dispuesto a permitir aquel avasallamiento sin ningún motivo.

                  Me dirigí al cuartel y me enfadé con el sargento de una manera que

                  no era habitual en mí, aquel sargento que nada tenía que ver con lo
                  sucedido,    me    trató  con calma,     comprendiendo         la  situación,  pero

                  no me      daba   soluciones. Luego entendí           que él    tampoco podía,
                  porque     no   tenía   competencia para echar           a aquel     sargento    del

                  pueblo que era lo que yo pedía. Al otro día me fui a hablar con el

                  Alcalde Carlos Penit, y le puse al corriente de la situación. Después
                  de   esto  envíe   una denuncia al        Director General         de  la Guardia

                  Civil,  y  sino recuerdo mal,      el  alcalde  hizo otra,    y  aunque   no estoy
                  seguro,   pero me parece que          el  sargento Jefe    del  cuartel  de   Pinto,

                  también    echó un     cable,  porque     es  seguro que     cuando    el  Director

                  General    de   la guardia civil,   solicitó informes      del  sargento que     sin
                  motivo trató de esta forma tan despreciable a los gitanos, no fueron

                  muy    favorables,    y  gracias  a  Dios   aquel    sargento malo contra        los

                  gitanos   le  quitaron de      allí. La   última   vez   que   lo vi,    fue  de   la
                  siguiente manera: En aquella nave de Pinto (Madrid) celebrábamos

                  las  convenciones       anuales    de   la Iglesia Evangélica Filadelfia,           a



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