Page 45 - El Principito
P. 45
—¡Será tan divertido! Tú tendrás quinientos millones de cascabeles y yo
quinientos millones de fuentes...
El principito se calló también; estaba llorando.
—Es allí; déjame ir solo.
Se sentó porque tenía miedo. Dijo aún:
—¿Sabes?... mi flor... soy responsable... ¡y ella es tan débil y tan inocente!
Sólo tiene cuatro espinas para defenderse contra todo el mundo...
Me senté, ya no podía mantenerme en pie.
—Ahí está... eso es todo...
Vaciló todavía un instante, luego se levantó y dio un paso. Yo no pude
moverme.
Un relámpago amarillo centelleó en su tobillo. Quedó un instante inmóvil,
sin exhalar un grito.
Luego cayó lentamente como cae un árbol, sin hacer el menor ruido a
causa de la arena.
XXVII
Ahora hace ya seis años de esto. Jamás he contado esta historia y los
compañeros que me vuelven a ver se alegran de encontrarme vivo. Estaba
triste, pero yo les decía: "Es el cansancio".
Al correr del tiempo me he consolado un poco, pero no completamente. Sé
que ha vuelto a su planeta, pues al amanecer no encontré su cuerpo, que no era
en realidad tan pesado... Y me gusta por la noche escuchar a las estrellas, que
suenan como quinientos millones de cascabeles...
Pero sucede algo extraordinario. Al bozal que dibujé para el principito se
me olvidó añadirle la correa de cuero; no habrá podido atárselo al cordero.
Entonces me pregunto:
"¿Qué habrá sucedido en su planeta? Quizás el cordero se ha comido la
flor..."
A veces me digo: "¡Seguro que no! El principito cubre la flor con su fanal
todas las noches y vigila a su cordero". Entonces me siento dichoso y todas las
estrellas ríen dulcemente.
Pero otras veces pienso: "Alguna que otra vez se distrae uno y eso basta. Si