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Mito: “La casona que no quería morir”
Una leyenda de San Luis Potosí nos cuenta que, a finales del siglo XX, las autori-
dades de la ciudad decidieron modificar y modernizar algunas calles de la ciudad.
Se eligieron las calles de Uresti, la Avenida Carranza y la Avenida Reforma. Para
llevar a cabo tal medida se hacía necesario derrumbar algunas casonas que se en-
contraban en las calles mencionadas, lo que permitiría la creación de un pasaje tu-
rístico que atrajera visitantes.
Ni que decir, tiene que tal medida contaba con detractores que veía con malos ojos
ese proyecto que quitaría belleza a la ciudad. Algunos de los dueños de las casas
se defendieron de la demolición, pero desgraciadamente perdieron y sus propieda-
des fueron demolidas.
Sin embargo, una de las casas que se encontraba en la Avenida Reforma y que ha-
cía esquina con la Calle de Álvaro Obregón, propiedad de una mujer llamada Ra-
quel Villalba, se salvó de la demolición y de la correspondiente expropiación, debi-
do a algunas complicaciones de índole legal.
La solitaria casa quedó abandonada en el paraje urbano y en ella solían meterse
alguno que otro drogadicto, para hacer de las suyas. Fue entonces que empezó a
correr el rumor de que la casa estaba embrujada, y que en ella habitaban fantas-
mas de los cuales valía más la pena cuidarse, pues eran de tener miedo. Se veían
luces por las ventanas y se escuchaban ruidos en la casa abandonada. Incluso al-
gunas personas aseguraban que por las ventanas se asomaban caras de fantas-
mas.
Un cierto día aparecieron frente a la casa máquinas que tenían como tarea derribar
la casona. Sin embargo, los días pasaban y la casa seguía en pie. Algunas perso-
nas opinaban que se trataba de problemas legales, pero otras aseguraban que la
casa se resistía a ser derribada, pues cuando los trabajadores preparaban las má-
quinas para tirarla, éstas se descomponían inmediatamente, Así sucedió una y otra
vez. Además, muchas de las herramientas de trabajo desaparecían y no se las vol-
vía a encontrar. Los obreros afirmaban que al estar dentro de la casa o cerca de
ella, sentía cosas extrañas y escalofriantes que les ponían los pelos de punta. Mu-
chos de ellos se negaron a seguir trabajando, aunque les aumentaran la paga.
Un día, los encargados de derrumbarla llevaron a un brujo para deshacer el hechi-
zo que suponían pesaba sobre la casa. El exorcismo funcionó ¡Y por fin pudieron
derrumbarla! Entonces descubrieron un túnel que comunicaba a la casa con varios
templos y con otras casas, el túnel había sido construido durante la época colonial,
cuando la casona había sido edificada.
De la casa no quedó nada, pero en el pasaje turístico, en el sitio que corresponde a
la antigua ubicación de tal mansión, se pueden escuchar por las noches golpes en
el suelo, tal cual si un hombre hubiese quedado atrapado en el túnel y quisiera salir
desesperadamente.
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