Page 211 - Dune
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—la manera Bene Gesserit de evaluar datos— y extrajo la respuesta: la sensación de
           una terrible pérdida. Jessica asintió, incapaz de hablar.
               —Mi padre —dijo Paul— me encargó transmitirte un mensaje si le ocurría algo.

           Temía que pudieras pensar que no tenía confianza en ti.
               Qué inútil sospecha, pensó Jessica.
               —Quería que supieras que nunca dudó de ti —dijo Paul, y le explicó el engaño,

           añadiendo—:  Quería  que  supieras  que  siempre  tuviste  su  absoluta  confianza,  que
           siempre te amó y te adoró. Dijo que antes hubiera sospechado de sí mismo que de ti,
           y que sólo tenía algo de qué lamentarse: no haberte hecho su Duquesa.

               Ella se secó las lágrimas que corrían por sus mejillas, pensando: ¡Qué estúpido
           derroche de agua! Pero sabia lo que significaba aquel pensamiento… una tentativa de
           anular el dolor con cólera. Leto, mi Leto, pensó. ¡Qué horribles cosas podemos hacer

           a los que amamos! Con un gesto violento apagó el cuadrante luminoso del manual.
               Sollozó.

               Paul percibió el dolor de su madre y lo comparó con su propia vaciedad. Yo no
           siento dolor, pensó. ¿Por qué? ¿Por qué? Aquella incapacidad de experimentar dolor
           le pareció una horrible tara.
               Un tiempo para ganar y un tiempo para perder, pensó Jessica, recitándose a si

           misma una frase de la Biblia Católica Naranja. Un tiempo para guardar y un tiempo
           para tirar; un tiempo para amar y un tiempo para odiar; un tiempo de guerra y un

           tiempo de paz.
               La  mente  de  Paul  siguió  funcionando  con  gélida  precisión.  Descubrió  nuevas
           avenidas  abiertas  para  ellos  en  aquel  planeta  hostil.  Sin  ni  siquiera  la  válvula  de
           seguridad de un sueño, enfocó su presciente consciencia, viéndolas como el cálculo

           de sus más probables futuros, pero con algo más, una franja de misterio… como si su
           mente  se  sumergiera  en  algún  estrato  intemporal  donde  soplaban  los  vientos  del

           futuro.
               Bruscamente, como si acabara de encontrar la llave necesaria, la mente de Paul
           ascendió otro peldaño en su consciencia. Sintió que estaba acercándose a otro nivel,
           sosteniéndose en aquel precario asidero y mirando a su alrededor. Era como el centro

           de una esfera a partir del cual las avenidas irradiaban en todas direcciones… pero
           esto era tan sólo una aproximación a sus sensaciones.

               Recordó haber visto, en una ocasión, un pañuelito de gasa flotando al viento, y
           ahora  percibió  así  el  futuro,  retorciéndose  como  aquella  ondulante  y  variable
           superficie del pañuelo.

               Vio gente.
               Experimentó el calor y el frío de incontables probabilidades.
               Reconocía  nombres  y  lugares,  experimentaba  emociones  sin  número,  recibía

           datos de innumerables e inexploradas fuentes. Tenía todo el tiempo para sondear y




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