Page 216 - Dune
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para ellos.
               —Hay un modo de eludir a los Harkonnen —dijo.
               —¡Los Harkonnen! —se burló él—. Arroja de tu mente esas caricaturas de seres

           humanos. —Miraba fijamente a su madre, estudiando las arrugas de su rostro a la luz
           de la tienda. Las arrugas la traicionaban.
               —No deberías hablar de la gente refiriéndote a seres humanos sin… —dijo.

               —No  estés  tan  segura  acerca  de  los  límites  —dijo  él—.  Arrastramos  nuestro
           pasado con nosotros. Y, madre, hay una cosa que no sabes y que deberías saber…
           nosotros somos Harkonnen.

               La mente de Jessica hizo entonces una cosa terrible: se vació totalmente, como si
           quisiera  arrojar  de  ella  toda  sensación.  Pero  la  voz  de  Paul  siguió  llegándole
           implacablemente, arrastrándola consigo:

               —La próxima vez que estés ante un espejo, estudia tu rostro… estudia ahora el
           mío.  Mira  mis  manos,  la  forma  de  mis  huesos.  Y  si  nada  de  esto  te  convence,

           entonces cree en mi palabra. He recorrido el futuro. He visto un informe, en un lugar,
           tengo todos los datos. Nosotros somos Harkonnen.
               —Una…  rama  renegada  de  la  familia  —dijo  ella—.  Es  esto,  ¿verdad?  Algún
           primo Harkonnen que…

               —Tú  eres  la  propia  hija  del  Barón  —dijo  él,  viendo  como  llevaba  sus  manos
           contra  su  boca  y  apretaba  fuertemente—.  El  Barón  se  dedicó  a  gozar  de  muchos

           placeres  en  su  juventud,  y  se  permitió  incluso  ser  seducido.  Pero  fue  por  las
           necesidades genéticas de la Bene Gesserit, por una de vosotras.
               La  forma  en  que  dijo  vosotras  fue  como  una  bofetada.  Pero  la  mente  de  ella
           empezó de nuevo a trabajar, y no pudo negar sus palabras. Detalles dispersos de su

           pasado  se  unían  ahora  formando  un  todo  coherente.  La  hija  que  buscaba  la  Bene
           Gesserit…  no  era  para  poner  fin  a  la  vieja  enemistad  entre  los  Atreides  y  los

           Harkonnen,  sino  únicamente  para  fijar  un  factor  genético  en  sus  descendencias.
           ¿Cuál? Buscó confusamente una respuesta.
               Como si leyera en su mente, Paul dijo:
               —Creyeron que sería yo. Pero no soy lo que esperaban, y he llegado antes de mi

           tiempo. Y ellas no lo saben.
               Jessica apretaba las manos contra su boca.

               ¡Gran Madre! ¡Es el Kwisatz Haderach!
               Le  pareció  estar  desnuda  ante  él,  porque  comprendió  que  nada,  o  casi  nada,
           quedaba oculto a sus ojos. Y esto, supo, era el origen de su miedo.

               —Estás  pensando  que  soy  el  Kwisatz  Haderach  —dijo  él—.  Aparta  eso  de  tu
           mente. Soy algo inesperado.
               Debo  advertir  a  una  de  las  escuelas,  pensó  ella.  El  índice  de  apareamientos

           revelará lo que ha ocurrido.




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