Page 221 - Dune
P. 221
Los tensores de la tienda habían chasqueado cuando aceptaron la presión
suplementaria, y luego el silencio había invadido por completo el interior del refugio,
roto solamente por el zumbido del snork de arena que bombeaba el aire hacia la
superficie.
—Intenta de nuevo el receptor —dijo Jessica.
—No funciona —dijo él.
Buscó el tubo de agua de su destiltraje, fijado a su cuello, aspiró una bocanada
tibia, y pensó que así iniciaba realmente su existencia arrakena… viviendo de la
humedad de su cuerpo y de su propia respiración. Era un agua insípida y dulzona,
pero calmó la sequedad de su garganta.
Jessica oyó a Paul beber, rozó con sus manos la elástica superficie del destiltraje
adherida a su cuerpo, pero se negó a admitir su sed. Admitirla hubiera significado
para ella la consciencia plena de las terribles necesidades de Arrakis, donde el más
infinitesimal rastro de humedad debía ser recuperado, acumulando cada gota en los
bolsillos de recuperación de la tienda, donde era un desperdicio cualquier inspiración
hecha al aire libre.
Era mucho mejor intentar dormir de nuevo.
Pero aquel día, mientras dormía, había tenido un sueño cuyo solo recuerdo la hizo
estremecer. En el sueño, había escrito un nombre: Duque Leto Atreides. La arena
borraba el nombre, y ella intentaba volver a escribirlo, conservarlo, pero la primera
letra estaba borrada ya cuando aún no había terminado de escribir la última.
La arena no dejaba de acumularse en ningún momento.
Su sueño se convirtió en un gemido: alto, cada vez más alto. Un gemido
ridículo… parte de su mente había comprendido que el sonido era el de su voz
cuando aún era niña, casi un bebé. La imagen de una mujer se iba alejando
lentamente, sin que su memoria consiguiera aferrarla.
Mi desconocida madre, pensó Jessica. La Bene Gesserit que me engendró y me
entregó a las Hermanas porque estas eran las órdenes que había recibido. ¿Sintió
alivio al desembarazarse así de una hija Harkonnen?
—Hay que golpearles a través de la especia —dijo Paul.
¿Cómo puede pensar en atacarles en un momento como éste?, se dijo Jessica.
—Un planeta entero lleno de especia —dijo—. ¿Cómo puedes pensar en
golpearles?
Le oyó moverse, el sonido de su equipo arrastrándose por el suelo de la tienda.
—En Caladan era el poder del mar y el poder del aire —dijo él—. Aquí es el
poder del desierto. Los Fremen son la llave.
Su voz provenía de las inmediaciones del esfínter de la tienda. Su adiestramiento
Bene Gesserit captó en su tono una vaga amargura hacia ella.
Durante toda su vida se le ha enseñado a odiar a los Harkonnen, pensó. Ahora,
www.lectulandia.com - Página 221