Page 223 - Dune
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comprimida arena raspar contra sus manos. Paul se inclinó y tiró de su brazo. Se
irguió a su lado, sobre una llanura desértica iluminada por las estrellas. Miró a su
alrededor. La arena había llenado casi por completo la hondonada donde se
encontraban, de la que sólo emergía una pequeña cresta rocosa. Miró más lejos, hacia
la oscuridad, sondeando la noche con sus adiestrados sentidos.
Ruido de pequeños animales.
Pájaros.
Una catarata de arena desmoronándose y el sonido de unos gemidos ahogados
bajo ella.
Paul deshinchó la tienda y tiró de ella, recuperándola.
La luz de las estrellas bastaba apenas para iluminar débilmente el paisaje,
cargándolo de sombras amenazadoras. Miró hacia los profundos pozos de oscuridad.
La oscuridad es un recuerdo ciego, pensó. Uno aguza los oídos en busca de
hordas salvajes, de los gritos de aquellos que han cazado a nuestros antepasados en
un tiempo tan lejano que sólo nuestras células más primitivas lo recuerdan. El oído
ve, el olfato ve.
Un instante después, Paul se reunió con ella.
—Duncan me dijo que, si era capturado, resistiría… tanto como pudiera —dijo—.
Debemos irnos ya. —Echó la mochila a su hombro, atravesó la hondonada recubierta
de arena, escaló una arista que dominaba la inmensa extensión del desierto.
Jessica le siguió automáticamente, consciente de vivir a través de las órbitas de su
hijo.
Puesto que ahora mi dolor es más pesado que las arenas de los mares, pensó.
Este mundo me ha vaciado por completo menos del más antiguo de los destinos: la
vida del mañana. Ahora vivo únicamente para mi joven Duque y para la hija que
llevo dentro.
Sintió como la arena se hundía bajo sus pies, a medida que avanzaba al lado de
Paul.
Su hijo miraba hacia el norte, a través de una barrera rocosa, estudiando unas
distantes escarpaduras.
El perfil del farallón rocoso se parecía a una antigua nave de batalla flotando en el
mar, delineada contra las estrellas. Su airosa forma parecía ser arrastrada por alguna
invisible ola, con sus antenas girando en un zumbido cadencioso, sus chimeneas
inclinadas hacia atrás, una torreta en forma de P, elevándose a popa.
Un relámpago naranja estalló sobre aquella silueta, y una línea de brillante
púrpura fue a su encuentro, cortando la noche.
¡Otra línea púrpura!
¡Y otro relámpago naranja elevándose!
Era como una antigua batalla naval, el recuerdo de un duelo de artillería. Se
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