Page 82 - Dune
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MARGOT DAMA FENRING
Jessica asintió, recordando que Leto se había referido al anterior enviado del
Emperador en Arrakis como el Conde Fenring. Pero el mensaje contenido en aquella
nota exigía toda su atención, ya que las palabras habían sido elegidas de tal modo que
informaran que la autora era otra Bene Gesserit. Un amargo pensamiento tocó por un
instante a Jessica: El Conde se casó con su Dama.
Y simultáneamente, mientras pensaba en ello, empezó a buscar el mensaje oculto.
Tenía que estar allí. La nota visible contenía una frase clave que cada Bene Gesserit,
a menos que estuviera inhibida por un Interdicto de la Escuela, debía transmitir a otra
Bene Gesserit cuando las condiciones lo exigieran: «Ahí acecha el peligro».
Jessica pasó las yemas de sus dedos por encima del bloc, buscando perforaciones
en clave. Nada. Inspeccionó el borde con los dedos. Nada. Volvió a dejarlo donde lo
había hallado, sintiendo una sensación de urgencia.
¿Algo en la posición del bloc?, se preguntó.
Pero Hawat había inspeccionado la habitación, y sin duda había movido el bloc.
Miró la gran hoja encima del bloc. ¡La hoja! Pasó los dedos por la parte inferior de su
superficie, siguiendo el borde, a lo largo del peciolo. ¡Ahí estaba! Sus dedos
detectaron los sutiles puntos en clave, leyendo el mensaje a medida que los recorría:
«Vuestro hijo y el Duque corren un peligro inmediato. Un dormitorio ha sido
diseñado de modo que atraiga a vuestro hijo. Los H lo han llenado de trampas
mortales, de modo que todas sean descubiertas excepto una, que escapará a todas las
detecciones». Jessica luchó contra el impulso de correr hacia Paul: debía leer el
mensaje hasta el final. Sus dedos recorrieron rápidamente los puntos: «No conozco la
naturaleza exacta de la amenaza, pero tiene algo que ver con un lecho. La amenaza
para vuestro Duque es la traición de un compañero fiel o de un lugarteniente. El plan
de los H prevé ofreceros el regalo de uno de sus favoritos. Por lo que puedo saber,
este jardín botánico es seguro. Perdonad que no pueda deciros más. Mis fuentes son
pocas, ya que mi Conde no está a sueldo de los H. Apresuradamente, MF».
Jessica soltó la hoja y se volvió para correr hacia Paul. En aquel momento, la
compuerta se abrió. Paul entró de un salto, llevando algo en su mano derecha, y cerró
la puerta tras él de un golpe seco. Vio a su madre, y se abrió camino hacia ella a
través de las plantas, echó una mirada a la fuente, alargó la mano y colocó bajo el
chorro el objeto que aferraba.
—¡Paul! —Jessica lo cogió por los hombros, mirando su mano—. ¿Qué es esto?
Paul habló casualmente, pero había un asomo de tensión en su tono.
—Un cazador-buscador. Lo cogí en mi dormitorio y le he roto la punta, pero
quiero estar bien seguro. El agua tendría que cortocircuitarlo.
—¡Sumérgelo! —ordenó ella.
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