Page 13 - Cuentos para el científico que llevas dentro
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Corre que soy vampiro
Angelina Alvarado Monroy
De niña siempre me aterrorizaron aquellos relatos que suelen contarte los niños más grandes que, por alguna extraña razón (quizá buscando una venganza por algo que ellos sufrieron), aprovechan cada momento de oscuridad para llenar de miedos y pesadillas a los más pequeños.
¿Alguna vez te aterrorizó la idea de toparte con un vampiro en mitad de la noche o que mientras tus papás dormían apareciera uno tocando tu ventana? Pues a Lina le ha ocurrido, pero ella es una niña que no se traga los cuentos tan fácilmente y ¡vaya que sabe darle vuelta al asunto! Enseguida les contaré cuál fue la situación:
Lina y su amigo Emilio fueron sorprendidos por una inmensa luna llena durante un paseo por el parque.
Atenta por si nos encontramos a un vampiro —dijo Emilio para asustarla— ¡Sería fácil reconocerlos!, usan capas negras y aquí no las usamos —replicó Lina, tratando de mantener la calma— ¿Y si está disfrazado? —insistió Emilio—. Mhhh...—Lina dudó.
Más tarde, ya segura con doble cerradura en casa, se aventuró a buscar información acerca de los vampiros y encontró que se alimentan de sangre humana, duermen en un ataúd, gustan de salir en noches de luna llena en busca de sus víctimas, una persona mordida por uno de ellos se convierte en vampiro y, finalmente, los vampiros viven eternamente. Claro, también da por sabido que cada mes podemos gozar de una noche de luna llena.
¿Existirán los vampiros?
La naturaleza de Lina, la hace dudar de todo y le hace cuestionarse la existencia de los vampiros para poder hacer trizas los cuentos de Emilio. Así que piensa: Si esto fuera cierto, debió existir inicialmente un vampiro y éste tenía que alimentarse, digamos que cada noche de luna llena, aunque no dice que sólo salgan en estas noches, pero sí que lo
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