Page 30 - Cuentos para el científico que llevas dentro
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Así, las superficies de una mochila, una bolsa del mandado, un botón de dos hoyitos, son toros dobles.
Pensemos en un pretzel, o el volante de un coche que tiene una división en forma de la letra Y. ¿De qué forma es su superficie?
Veamos cuántos agujeros tiene, uno entre cada espacio de la letra ye. ¡Es un toro triple! La suma conexa de tres toros.
Un botón de cuatro hoyos, o el mismo volante si lo dividimos ahora por una letra X, tienen cuatro agujeros, ¡un toro cuádruple..!
Entonces para clasificar superficies ¡todo se reduce a contar agujeros! El número de agujeros es conocido como el género de la superficie.
Tenemos así esferas, toros, toros dobles, triples, cuádruples, quíntuples, etcétera. ¿Qué pasará si hacemos la suma conexa de estas superficies entre sí? Por ejemplo, dos cáscaras de naranja unidas por sendos agujeros, nos dará de nuevo una cáscara aunque más grande, y algo deforme, cualidades sin importancia en nuestro mundo. Así, la suma conexa de esferas es una esfera.
¿Qué obtendremos al sumar una esfera y un toro? Simplemente un toro, con un insignificante chipote donde fue adherida la esfera. Lo mismo sucederá entonces si al toro doble le sumamos una esfera, quedará de nuevo el toro doble. Y la suma conexa de dos toros resultará en un toro doble, la de un toro sencillo y uno doble, será uno triple, y así podríamos continuar.
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