Page 12 - Boletín CIMAT julio 2019
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Academia. Claro, ya yo era académica titular. Eso tiene que ver con lo que las expertas en género llaman círculo de terciopelo, porque supuestamente te sientes protegida, te sientes arropada, pero es discriminación porque al final dudan de tus habilidades. Una vez me pusieron en una evaluación de dirigente: ‘ella no puede ocupar cargos de dirección porque es muy dulce’. ¡Entonces ser dulce es un demérito!
¿Cómo ha influido su visión de mujer, su mirada al género en el ejercicio de las posiciones de poder que ha ocupado dentro del sistema de ciencia en Cuba?
Yo estaba en el Instituto de Cibernética, Matemática y Física (ICIMAF), en el grupo de análisis numérico, muy feliz, formando a otras mujeres, dirigiendo doctorados en análisis numérico. Ahí pasé 36 años de mi vida científica. Quien me llama para el Ministerio es Rosa Elena Simeón, quien fue la primera mujer presidenta de la Academia de Ciencias de Cuba, porque entonces todavía no era ministerio. Yo era vice directora del ICIMAF, durante doce años ocupé ese cargo. En el año 92 ella va a la Cumbre de Río con Fidel, y ahí él hace el famoso discurso de Río, ahí Cuba se compromete con la Agenda 21. Cuando Fidel regresa dice, hay que crear un ministerio que se ocupe del medio ambiente. Entonces, en 1994, dos años después, en medio de la terrible crisis económica que vivía Cuba y de una crisis migratoria, se estaba fundando un ministerio para la ciencia, el medio ambiente y la tecnología. Es como lo real maravilloso. Años después Rosa Elena se enferma y dice que quiere cambiar su organigrama; entonces crea una dirección de ciencias. Y me puso en ese puesto. Yo era para las otras ciencias una desconocida. Rosa Elena me dijo, tú estás lista para ver la ciencia -hablo del año1999- a escala nacional. Por 8 años me instalé en el Capitolio, donde radicaba el ministerio. Mi foco de atención en ese lapso fue promover las ciencias exactas y el tema de las mujeres en la ciencia.
¿Qué logró en esos 8 años?
Hicimos transformaciones en los programas nacionales, hicimos proyectos institucionales, que no existían hasta ese momento. Dábamos más libertad a los institutos para investigar. En el tema de la promoción de la ciencia, hicimos mucho con las escuelas y sobre todo con los maestros, porque nos dimos cuenta de algo –que aunque todo el mundo lo sabe, la cosa es enfocarse en eso– y es que la formación de las nuevas generaciones de científicos en Cuba pasa por la formación de los maestros. Si los
maestros no enseñan buena ciencia en las escuelas, luego el muchacho o la muchacha no va a elegir una carrera de ciencia, o no va a tener buena base, o va a tener tremendos problemas si entra a una carrera de ciencias o ingeniería.
Enfocamos nuestros esfuerzos hacia los maestros. Sembramos, mi equipo y yo, conceptos como festivales de ciencia. Fuimos los pioneros en Cuba de algo que ya existía en el mundo, la experiencia de llevar la ciencia al gran público, la trajimos a Cuba. Llenamos los salones del Capitolio de maestros para hablar de genómica, de protónica, de las células madres. Así fuimos sembrando estas formas novedosas de promover la ciencia.
A pesar de las estadísticas, donde la presencia femenina en el Parlamento cubano es más del 50 por ciento o en el sector de la ciencia 63 por ciento de mujeres, hay obstáculos por vencer. ¿Cuáles son, desde su visión?
Primero, en general, los obstáculos en la vida cotidiana actual, que son tremendos para la mujer cubana. Estamos hablando del siglo 21. Como tengo la oportunidad de reunirme con mis homólogas, científicas igual que yo de otros países, veo que para ellas no existe toda esa dificultad de la vida cotidiana que vivimos nosotras.
Lo otro son los salarios. El estándar de vida es un gran obstáculo, no solo para la vida cotidiana, personal, sino también para el modelo de roles. Es muy difícil que una científica que vive en Alamar (ciudad dormitorio al este de La Habana) -yo viví en Alamar 36 años-, anda en guagua (autobús de servicio público) y vive con un salario que no le alcanza, sirva de modelo a muchachas jóvenes. Su modelo son las artistas o cantantes con éxito.
Hay en la vida institucional discriminaciones que no son tan obvias, son discriminaciones sutiles. En mi libro “Ser científica o morir en el intento” pongo de manifiesto lo general y lo que pasa en Cuba. Después de andar tantos años en esto sucede que en algún evento me dicen: vamos a hablar de las mujeres porque si no Liliam se pone brava. En los tribunales, en los programas de debate, en los paneles, siempre debe haber una mujer. Cuando te pones los lentes de género, comienzas a ver la sociedad de otra forma. Estos años me han servido para saber distinguir dónde están las discriminaciones.
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Boletín Mensual de Información
Las Matemáticas también empoderan a las Mujeres





















































































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