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Toda una vida


             quella mañana de enero, como cada mañana desde que   Mientras estaba ensimismada en mis recuerdos, entró la
          Ami padre ingresó en el hospital, esperaba ansiosa la lla-  doctora y me dijo que teníamos que hablar. Salí al pasillo con
          mada de los doctores para saber su evolución. No había teni-  el corazón encogido. -“vamos a intentar con una mascarilla
          do muy buenas noticias desde entonces, pero la esperanza   especial a ver si puede superarlo, pero va a tener que luchar
          de que todo mejoraría, no se acababa nunca.         con él para que no se la quite”- me dijo.

          Casi todos los días anteriores había tenido que llamar para   Le juré que iba a estar día y noche con él, ayudándole. Y así
          que me informaran, pues debido a la pandemia, los sanitar-  lo hice. Le conté anécdotas, historias y le pedí que aguantara
          ios estaban muy saturados y no daban más de sí. Sonó el   por su mujer, sus hijos, sus nietos y nietas -“todos te necesi-
          teléfono y al descolgarlo el doctor que estaba atendiendo   tamos papá”- le decía.
          a mi padre me habló y mi mundo se desmoronó. ¿Qué me   Pasamos la noche peleando contra viento y marea. El enfer-
          estaba contando? ¿Qué no era suficiente con el diagnostico   mero entraba y nos daba ánimos: “Venga que lo estáis haci-
          tan grave que tenía, sino que además se había contagiado de   endo muy bien”
          Covid-19? Empecé a comprender, que el viaje hacia la nada
          de mi padre ya no tenía retorno. La desesperación y la an-  Al amanecer entraron por enésima vez a ver cuánto satu-
          gustia no me abandonaron durante las siguientes jornadas.  raba, pero no subía de 50. Una y otra vez pasaron y no au-
                                                              mentaba  la  saturación  de oxígeno  en sangre.  Angustiada,
          Conseguí que me dejaran estar con él para poder des-  pero intentando que mi padre no lo notara, salí al pasillo.
          pedirme. Esos días se quedarán grabados en mi mente, para   La doctora me dijo que ya no se podía hacer nada más, sólo
          siempre. Con mi Epi, las mascarillas, los guantes, pasaba las   sedarle para que no sufriera, que eso era una decisión que
          horas junto a mi padre ofreciéndole todo el cariño que me   debía tomar la familia.
          permitían los obstáculos que el virus imponía.
                                                              Nadie quería que él soportara más sufrimiento, así que le
          Esos días donde todos los sentimientos estaban a flor de   quitaron esa mascarilla infernal con la que había estado
          piel, mientras miraba a mi padre, recordaba toda la vida que   luchando y padeciendo tanto tiempo. Se fue sin hacer ruido,
          este hombre maravilloso había vivido. Una existencia plena   sin molestar, con la tranquilidad de quien ha pasado toda una
          en todos los sentidos. Había formado, junto a mi madre, una   vida haciendo felices a los demás.
          familia de la que cualquier persona se sentiría orgullosa.
          Tenía muchos amigos y amigas y todas las personas que le   A pesar de la experiencia tan traumática, siento que mi pa-
          conocían, le apreciaban por ser buena gente. Como hija, solo   dre seguirá cuidando de la familia allá donde esté.
          me venían a la mente experiencias felices, muy pocas malas,                       Pilar Rodríguez Arroyo
          exceptuando alguna discusión política por diferencias de
          opinión.

































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