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parte bajan a Dios de la alteza y majestad donde le sube y encumbra este
nombre Pachacámac, que es el suyo propio, y para que se entienda lo que
vamos diciendo es de saber que el verbo yacha significa aprender, y aña-
diéndole esta sílaba chi significa enseñar; y el verbo rura significa hacer
y con la chi quiere decir hacer que hagan o mandar que hagan, y lo mismo
es de todos los demás verbos que quieran imaginar. Y así como aquellos
indios no tuvieron atención a cosas especulativas, sino a cosas materiales,
así estos sus verbos no significan enseñar cosas espirituales ni hacer obras
grandiosas y divinas, como hacer el mundo, etc., sino que significan hacer
y enseñar artes y oficios bajos y mecánicos, obras que pertenecen a los
hombres y no a la divinidad. De toda la cual materialidad está muy ajena
la significación del nombre Pachacámac, que, como se ha dicho, quiere decir
el que hace con el mundo universo lo que el alma con el cuerpo, que es darle
ser, vida, aumento y sustento, etc. Por lo cual consta claro la impropiedad
de los nombres nuevamente compuestos para dárselos a Dios (si han de
hablar en la propia significación de aquel lenguaje) por la bajeza de sus
significaciones; pero puédese esperar que con el uso se vayan cultivando y
recibiéndose mejor. Y adviertan los componedores a no trocar la significa•
ción del nombre o verbo en la composición, que importa mucho para que
los indios los admitan bien y no hagan burla de ellos, principalmente en la
enseñanza de la doctrina cristiana, para lo cual se deben componer, pero con
mucha atención.
CAPITULO 111
TENIAN LOS INCAS UNA t EN WGAR SAGRADO
UVIERON LOS Reyes Incas en el Cuzco una cruz de mármol fino, de
T color blanco y encarnado, que llaman jaspe cristalino: no saben decir
desde qué tiempo la tenían. Yo la dejé el año de mil y quinientos y sesenta
en la sacristía de la iglesia Catedral de aquella ciudad, que la tenían colgada
de un clavo, asida con un cordel que entraba por un agujero que tenían
hecho en lo alto de la cabeza. Acuérdome que el cordel era un orillo de
terciopelo negro; quizá en poder de los indios tenía alguna asa de plata o
de oro, y quien la sacó de donde estaba la trocó por la de seda. La cruz era
cuadrada, tan ancha como larga; tendría de largo tres cuartas de vara, antes
menos que más, y tres dedos de ancho y casi otro tanto de grueso; era ente-
riza, toda de una pieza, muy bien labrada, con sus esquinas muy bien saca•
das, toda pareja, labrada de cuadrado, la piedra muy brufiida y lustrosa.
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