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208 BATALLA DE GAUGAMELA
que era la de Crátero, y la que la seguía a su derecha, mandada por Simias; éste
ordenó hacer alto, en vista de que Crátero y toda el ala de Parmenión se hallaban
en grave peligro. Una parte de los indios y de la caballería persa del centro ene
migo aprovechó rápidamente aquella brecha abierta en las filas macedonias y,
sin que el segundo cordón de tropas le cerrase el paso, se lanzó sobre el cam
pamento de Alejandro; los pocos tracios que lo guardaban, mal armados y no
prevenidos contra un ataque, luchaban para contener a duras penas a los atacan
tes en las puertas del campamento; de pronto logran evadirse los prisioneros y
caen sobre las espaldas de los defensores, en pleno combate; los tracios son arro
llados y los bárbaros, dando gritos de júbilo, se arrojan sobre el campamento,
dando rienda suelta a su sed de matanza y de robo. Tan pronto como los man
dos de la segunda línea de la izquierda, Sitalces, Coirano, el odrisio Agatón y
Andrómaco, Se percatan de lo que ocurre, dan media vuelta, llevan a sus tropas
con la mayor rapidez posible al campamento, se abalanzán sobre el enemigo,
entregado ya al saqueo, y logran dominarlo tras breve combate; muchos bárbaros
son abatidos y los demás se retiran en desorden y vuelven al campo de batalla,
para estrellarse contra las ilas macedonias.
Parmenión —al ver que, al mismo tiempo que el enemigo rompía sus líneas,
los demás contingentes hindúes y persas, entre ellos jinetes partos, cogían de flanco
a la caballería tesaliense—■envió a Alejandro un mensaje diciéndole que se ha
llaba en grave peligro y que si no recibía refuerzos, todo se habría perdido.
Dicen que la respuesta del rey fué esta: Parmenión está loco si espera que nadie
le ayude en estos momentos; que se las arregle como pueda y que venza o perezca
con la espada en la mano. Sin embargo, Alejandro, que había comenzado ya a
perseguir al enemigo, suspende la persecución para prestar la ayuda que se le pe
día; corre hacia el ala derecha de los persas con todas las tropas que puede reunir.
Choca ante todo con los contingentes de persas, hindúes y partos que venían recha
zados del campamento y que se concentran rápidamente para recibirle en forma
ción cerrada. Se empeña un combate de caballería de una violencia espantosa y
que permanece indeciso por largo tiempo; pelean hombre contra hombre, los
persas por su vida; perecen allí como sesenta “hetairos” y caen gravemente heridos
otros machos, entre ellos Efestión y Ménidas; por último, los macedonios arrancan
también la victoria en este sector y los enemigos que logran salvarse y abrirse paso
se dan inmediatamente a la fuga.
Antes de que Alejandro, luchando de este modo, consiguiese llegar hasta el
ala derecha de los persas, ya la caballería tesaliense, a pesar de lo duramente
acosada que se hallaba por Maceo, había logrado reanudar el combate y recha
zar a las masas de jinetes capadocios, medos y sirios; cuando Alejandro llegó allí,
los tesalienses estaban ya en la fase de la persecución del enemigo. En vista de
que ya no tenía nada que hacer allí, Alejandro volvió atrás al galope, cruzando el
campo de batalla en la dirección que parecía haber seguido el gran rey; lo persi
guió mientras fué de día. Mientras Parmenión se apoderaba del campamento
enemigo en las orillas del Bumodos, de los elefantes y camellos, de los carros y