Page 292 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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fin, salieron vencedores los macedonios; después de perder ciento cincuenta hom
bres, Espitámenes se retiró al desierto, donde era imposible darle alcance.
Noticias de este género podían más que todas las súplicas de los amigos o
los consuelos de los aduladores descarados para hacer volver al rey al cumplimiento
de su deber. El ejército, con Alejandro al frente, partió de Maracanda; la satra
pía de la Bactriana, destinad^ a Clito, fué ocupada por Amintas, mientras que
Coino, con su taxis y la de Meleagro, cuatrocientos hombres de caballería, todos
los acontistas de a caballo y el resto de las tropas que hasta entonces había man
dado Amintas, quedaba en la Sogdiana para defender aquel territorio. Efestión
salió con un cuerpo de ejército para la Bactriana, con la misión de organizar el
abastecimiento de las tropas durante el invierno, y Alejandro se dirigió hacia
Jenipa, a donde habían huido muchos de los insurgentes bactrianos. Al cono
cerse la noticia de que se acercaba Alejandro con sus tropas, los insurrectos
fueron desalojados de allí por los habitantes, que no querían exponerse a perder
lo que tenían por brindarles hospitalidad, y organizaron una emboscada contra los
macedonios. Su fuerza ascendía a unos 2,000 jinetes, que se lanzaron sobre
una parte del ejército de Alejandro; fueron obligados a retirarse después de un
combate largo y enconado; los atacantes perdieron unos 800 hombres entre muer
tos y prisioneros. Viendo mermadas considerablemente sus fuerzas y encontrán
dose sin jefes y sin provisiones, decidieron someterse al vencedor. Después de esto,
Alejandro dirigióse contra la ciudadela roquera de Sisimetres “en el país bactria-
no”; costó grandes esfuerzos acercarse a ella y mayores aún preparar el asalto;
antes de que éste empezase, se rindió Sisimetres.
Mientras tanto, Espitámenes, antes de que los éxitos del enemigo y su poder
le bloqueasen por completo, decidió lanzar una nueva intentona contra la Sogdia
na; a la cabeza de los que habían huido con él y con trescientos jinetes escitas,
tentados por el botín que se les había prometido, presentóse de pronto delante
de Bagai, en la frontera entre la Sogdiana y el desierto de los masagetas. Coino,
informado de esta irrupción, acudió inmediatamente contra él, con sus fuerzas
armadas; tras un sangriento combate, los escitas fueron obligados a retirarse, ha
biendo perdido ochocientos hombres. Los sogdianos y bactrianos que habían
tomado parte en la intentona y que veían cómo también ésta había fracasado,
con Datafernes a la cabeza, no quisieron seguir a Espitámenes en su fuga y se
entregaron a Coino; los masagetas, furiosos por no haber conseguido el botín
que esperaban, asaltaron y saquearon las celdas y los carros de los desertores, hu
yendo después con Espitámenes hacia el desierto. En esto llegó a ellos la noticia
de que Alejandro marchaba en aquella dirección, en persecución suya; curándose
en salud, cortaron la cabeza a Espitámenes y se la enviaron al rey.
DESCANSO INVERNAL EN NAUTACA
La muerte de este adversario, tan intrépido como criminal, disipó las últimas
preocupaciones que pudieran existir. Por fin, reinaba en el “jardín del oriente”