Page 12 - LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION
P. 12
Gracias a la debilidad actual de todos los
gobiernos, el nuestro será más duradero que
cualquier otro, porque será invencible hasta el
último momento, y quedará tan profundamente
arraigado que no habrá astucia que pueda
causar su ruina...
De todos los males más o menos
transitorios que hasta hoy nos hemos visto
obligados a causar, nacerá el bien de un
gobierno inconmovible que restablecerá la
marcha normal del mecanismo de la existencia
nacional, perturbada por el Liberalismo. El éxito
justifica los medios. Pongamos la atención en
nuestros proyectos, pero fijándonos menos en
lo bueno y lo moral que en lo necesario y en lo
útil. Tenemos delante de nosotros un plan en el
que están estratégicamente expuestos los
lineamientos de los que no podemos desviarnos sin peligro de ver destruidos el
trabajo de muchos siglos. Para encontrar los medios que conducen a este fin,
debemos tomar en cuenta la cobardía, la volubilidad, la inconstancia de las
multitudes; su incapacidad para comprender y valorizar las condiciones de su vida y
de su bienestar. Es necesario no perder de vista que la fuerza de las multitudes es
ciega e insensata; que no discurren, que oyen lo mismo de un lado que del otro. Un
ciego no puede guiar a otro sin caer ambos al precipicio. Pues de igual manera los
hombres de las turbas, salidos del pueblo, aunque estén dotados de un genio
singular, les hace falta comprender la política y no pueden intentar con éxito dirigir
a los demás sin causar la ruina de una nación. Sólo un individuo preparado desde su
niñez a la autocracia puede conocer el lenguaje y la realidad políticos. Un pueblo
abandonado a sí mismo, es decir, puesto en manos de un advenedizo, se arruina por
las discordias de los partidos que excitan la sed del mando y por los desórdenes que
de esto se originan. ¿Pueden por ventura las turbas populares razonar serenamente,
sin rivalidades intestinas y dirigir los asuntos del Estado, que no pueden ni deben
confundirse con los intereses personales? ¿Pueden defenderse contra los enemigos
de fuera? Esto es imposible. Cualquier plan dividido entre tantas cabezas como son
las de las multitudes, resulta ininteligible e irrealizable.
Sólo un autócrata puede elaborar planes vastos y claros; dar a cada cosa el
lugar que le corresponde en el mecanismo de la máquina del gobierno.
Digamos, pues, en conclusión, que para que un gobierno pueda ser útil al
pueblo y alcanzar el fin que se propone, debe estar centralizado en las manos de un
individuo responsable. Sin el despotismo absoluto, la civilización es imposible; la
civilización no es obra de las masas, sino del que las dirige, sea éste el que fuere. La
multitud es un bárbaro que en todas las ocasiones demuestra su barbarie. Tan
pronto como las turbas arrebatan su libertad, ésta degenera en anarquía, que es el
más alto grado de barbarie.
11