Page 31 - LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION
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PROTOCOLO VIII.
Uso equívoco del Derecho.- Los colaboradores del régimen Francmasón.-
Escuelas particulares.- Educación superior particular.-Economistas y millonarios.- A
quién deben confiarse los puestos de responsabilidad en el gobierno.
Debemos apropiarnos todos los instrumentos que nuestros contrarios
pudieran utilizar contra nosotros. Debemos encontrar en las sutilezas y minucias del
lenguaje jurídico una justificación para aquellos casos en que nos veamos en la
necesidad de pronunciar sentencias que pudieran parecer demasiado atrevidas o
injustas; pues importa mucho al formular tales sentencias hacerlo en términos que
revistan la apariencia de máximas morales muy elevadas y un aspecto netamente
legal.
Nuestro gobierno debe rodearse de todas las fuerzas de la civilización, en
medio de la que tiene que operar. Conforme a esto, se rodeará de publicistas, de
jurisconsultos experimentados, de hacendistas, de diplomáticos, en una palabra, de
hombres preparados por una educación superior especial en es cuelas también
especiales.
Estos hombres deberán conocer los secretos de la existencia social, todos los
idiomas formados de letras y de palabras políticas; deberán tener conocimiento de
las inclinaciones y costumbres de la naturaleza humana, de sus cuerdas sensibles
que deben saber tocar con acierto. Estas cuerdas son: la ternura del alma de los
Gentiles, sus inclinaciones, sus debilidades, sus vicios y sus cualidades, sus
particularidades de clase y condición.
Ya se sobreentiende que esos colaboradores de nuestro gobierno no serán
sacados de entre los Gentiles acostumbrados a desempeñar el trabajo
administrativo sin preocuparse del resultado feliz.
Los gobernantes Gentiles firman los papeles sin leerlos; sirven por interés
personal o por ambición. Rodearemos asimismo nuestro gobierno de todo un
mundo de economistas. He aquí por qué las ciencias económicas son las más útiles y
por qué importa tanto que se enseñen a los judíos. Estaremos rodeados de una
pléyade de banqueros, industriales, capitalistas y más que todo esto, de millonarios,
supuesto que, en último término los guarismos son los que todo lo deciden.
Por algún tiempo, mientras llega el momento de confiar sin peligro los
puestos de responsabilidad en los gobiernos de las naciones a nuestros hermanos
judíos, los encomendaremos a individuos cuyo pasado y carácter sean tales que en
caso de desobediencia a nuestros mandatos no les quede otra cosa que esperar
sino el destierro o la muerte; así ellos defenderán nuestros intereses hasta el último
aliento.
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