Page 102 - SALVADOR BORREGO ARMA ECONOMICA
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ARMA ECONOMICA


                 A su vez, Hitler hacía augurios respecto a los sistemas
              económicos de  las democracias, a  las que por cierto no
              consideraba esencialmente  muy democráticas.  "Aquello
              que en otros países llaman democracia, no es en la mayo-
              ría de los c:asos más que el engaño de que se hace víctima
              al pueblo a través de la prensa artera y de las manipulacio-
              nes financieras~~. (12, IX,l938).
                 Con  frecuencia  entraba  en polémicas internacionales
              acerca de temas económicos, como cuando contestó a los
              augurios extranjeros de que el desplome de Alemania era
              inminente por su escasez de divisas. "El hombre -dijo- no
                   vive de ideologías o teorías sino del producto mate-
                   rial de su suelo y su trabajo ... El oro no es un factor de
                   valoración, sino un instrumento de sojuzgamiento  ...
                   La gente no come oro; se sustenta con alimentos, viste
                   ropa y habita casas que son fruto del trabajo. He de-
                   positado toda mi fe  en la aplicación y capacidad de
                   los trabajadores y en la  inteligencia de nuestros in-
                   ventores,  técnicos y  químicos.  Nosotros  no  nos
                   hundiremos de ningún modo por carecer de oro; por
                   el contrario, progresaremos, porque poseemos la fuer-
                   za para el trabajo, que es nuestro capital. Nuestro mar-
                   co es tan estable porque su respaldo es el trabajo ale-
                   mán y no el oro.
                      "La esencia del trabajo consiste en que éste crea
                   más trabajo, y cuanto más se produce y construye,
                   más trabajo se engendra".  (10, XII,I940).  <Ji
                 Contestando otras críticas dijo que Alemania no quería
              marcarles políticas económicas a los demás países. "Yo no
                   trato de darles directivas a los demás si ellos desean
                   sentarse sobre talegas de oro, pero no tengo el pro-
                   pósito de comprar oro muerto con el poderío del tra-
                   bajo alemán  ...  Nunca le he pedido oro a EE.UU.  ni a
                   ningún otro país. No lo necesitamos; pueden quedar-


              < > Eso  coincide con  el  economista francés Juan  Bautista Say  (1768-
              1
               1832), quien formuló la ley de Say, según la cual toda oferta crea su
               propia demanda, pues genera salarios, impuestos, pagos de mate-
               rias primas, etc.

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