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SALVADOR BORREGO

                 habido seguidores idealistas que han dado crédito total al
                 prestigioso término de "iberalismo" como equivalente
                 a libertad, como lo opuesto a servilismo. ¿Quién po-
                 dría oponerse?
                    El famoso economista Ludwig von Mises publicó en 1927
                 el  panegírico de  dicha  doctrina,  titulado  "Liberalismo".
                 Entusiastamente afirmaba que el liberalismo busca el bien-
                 estar de la humanidad entera; quiere un estado universal
                 que reúna a todos los países bajo leyes universales,  con
                 tribunales supranacionales, a fin de que todos los pueblos
                 vivan en paz y armonía.
                    El liberalismo -dice ahí Von Mises-, no concede privile-
                 gios a nadie; busca el bien de todos y a todos trata por igual;
                 "es la filosofía por excelencia ... es teoría científica".
                    Tanto era su entusiasmo que afirmó: "Sólo hay una
                      filosofía que pueda eficazmente desarticular el
                      pensamiento marxista: la teoría del liberalismo".
                    Treinta y cinco años después de haber escrito todo eso,
                 Von  Mises se sorprendió, en 1962, de que los liberales se
                 conducían, en la práctica, en forma muy distinta a lo que él
                 entendía que debía de ser. Y escribió: "En la Gran Bretaña
                    el adjetivo 'liberal' se utiliza, por lo general, para desig-
                    nar un programa que poco difiere del totalitarismo so-
                    cialista (marxista) ... El americano que se autodenomina
                    liberal, invariablemente milita en favor  de  la  omnipo-
                    tencia estatal, es enemigo encarnizado de  la  libre em-
                    presa y aspira a la planificación de todo por parte de la
                    autoridad, o sea, en otras palabras, que desea implantar
                    el socialismo ...  Los anglosajones entienden por libera-
                    lismo un cierto endulzado socialismo  ... ".
                    (Friedrich  A.  Hayek,  premio Nobel  de  economía, tam-
                 bién hace alusión a los  "socialistas rosáceos" que se lla-
                 man liberales).
                    Agrega Von Mises que tales "liberales" llegan a estigma-
                 tizar a sus pocos oponentes, a quienes tratan de "extre-
                      mistas, reaccionarios, económico-monarquistas o fas-
                      cistas. Se proclama, por doquier, que ningún país li-
                      bre debe permitir la actividad política de tales 'ene-
                      migos públicos".

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