Page 50 - SALVADOR BORREGO ARMA ECONOMICA
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talidad", a la que Schacht se afilió desde muy joven, si-
guiendo la tradición de sus antepasados.
Con ayuda de esas amistades, Schacht logró frenar el
desplome de la moneda alemana, y a cambio hizo la
concesión de que pudieran formar parte del consejo cen-
tral del Reichsbank siete extranjeros, entre los cuales
figuraban Warburg, Mendelssohn y Wassermann.
La inflación fue siendo desacelerada y en su lugar apa-
reció la recesión, "medidp. dolorosa, pero necesaria", se-
gún dijo Schacht. Con la recesión empezó a haber ce-
santía, disminución de la demanda y postración econó-
mica en general. Algo así como la medicina antigua, que
ante un caso de alta fiebre prescribía sangrías, con lo
cual la temperatura bajaba por debilitamiento, no por-
que el mal se hubiera curado.
Fue insólito que, dentro del mismo campo de las fi-
nanzas, surgieran quejas como la del Dr. Robert Deumer-
- ex director del Reichsbank-, quien dijo que "los ban-
cos sirven ahora a los intereses privados. Sólo sir-
ven a los intereses públicos en cuanto no contradi-
gan a los intereses privados. Los bancos no finan-
cian las empresas más esenciales, desde el punto
de vista nacional, sino sólo las que prometen el
rendimiento más alto (cosa que la economía libe-
ral justifica). Por ejemplo, financia una destilería
de whiskey superflua para la economía. Desde el
punto de vista nacional, su actividad no es sólo in-
útil sino aun nociva". (l)
Hubo críticas a las medidas "dolorosas, pero necesa-
rias", que iba implantando Schacht, pero por otro lado
éste recibía felicitaciones de banqueros del extranjero,
quienes estimaban que las finanzas alemanas marcha-
<l> "Nacionalización del Crédito", Dr. Deumer. Von Mises (de la es-
cuela de Viena) no estuvo de acuerdo con esa crítica y escribió que
la producción de bienes "innecesarios" no conviene más ni menos
que la de "bienes esenciales" porque en última instancia quienes
deben determinar el destino del capital son los consumidores.
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