Page 10 - Egipto Tomo 1
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PRÓLOGO
VIII
dijérase haber sido levantadas para permanecer eternamente.
las demás cosas terrestres,
Y sin embargo, ¿quién, ya de niño también, no ha oido hablar de aquellos monumentos á los
cuales aplicaron los griegos el pretensioso dictado de «maravillas del mundo i »
Preséntase á menudo en la naturaleza un cuerpo matemático que lleva el nombre de «pirá-
mide», v este mismo nombre recibieron los monumentos egipcios que afectan dicha forma;
«laberíntico» llamamos nosotros á todo lo revuelto y enmarañado, y árdua, y por demas
enrevesada era la salida del palacio real que edificaron los reyes egipcios; «jeroglífico» se
llama también entre nosotros, según la antigua escritura de los egipcios, todo pensamiento
velado por su forma mística. No pasa dia ni hora en que, sin advertirlo, directa ó indirec-
tamente, no nos refiramos á algo que tenga que ver con la tierra de los Faraones, ó con
sus representaciones v objetos. K1 papel sobre el cual se escriben estas palabras, íetiae a
la mente el papirus egipcio, que también se llamaba biblos, y de biblo^ saheion la palabia
griega biblos, libro, y por antonomasia nuestra Biblia. Cientos de palabras é ideas parecidas
pudiéramos citar, que en Egipto tuvieron su origen , y si nos fuera lícito ahondar la materia
y exponer las raíces de las artes y del saber del Occidente , evidenciaríamos la necesidad
de- volver una y otra vez sobre Egipto. Mas no es propio de este sitio profundizar en esta
cuestión.
Nosotros invitamos sencillamente al lector á que nos .siga al Egipto de hoy dia. Rodeado
de inmensos atractivos subsiste de la misma manera que en los tiempos del padre de la
historia, que, como es sabido, dice del valle del Nilo, que encierra más cosas raras y notables
que otra región alguna; que el clima de Egipto tiene condiciones extraordinarias; que el
rio del mismo país se diferencia, por su naturaleza, de todos los otros rios; y que sus habi-
tantes se diferencian también, casi bajo todos conceptos, de los demas hombres, en costum-
bres, así como en leyes.
El Nilo, con sus fecundantes inundaciones regulares; el clima de aquella región así
como otras muchas cosas, son los mismos que nos describe Herodoto, y hasta hoy dia
apénas si ha podido el tiempo arrebatar al Egipto ninguna de sus propiedades naturales.
En cambio las leyes y las costumbres han cambiado completamente, y sólo al investigador
atento es dado encontrar en los actuales usos y costumbres restos y reminiscencias del tiempo
antiguo.
A la época faraónica siguió la griega; á ésta la romana y cristiana, y á ésta la dominación
del Islam, que, sin consideración ni piedad, trastorna cuanto encuentra. Cierto que actual-
mente ocupa el trono de Egipto un soberano que, no sin éxito procura introducir en su
pueblo mahometano la cultura europea 1 mas no debe perderse de vista que la acicalada y
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casquivana hija de la cultura de Occidente, la llamada civilización, ha penetrado en Egipto
con su odio á lo original y característico; y con su desatentado afan igualatario, roba á las
calles y á las plazas, en las aldeas y en las ciudades, el encanto que desde la antigüedad les
Ismail-Bajá. Puede decirse que su afición á las cosas europeas fué el pretexto para la conjuración que lo arrojó del trono, en el
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cual pusieron los descontentos al que hoy le ocupa, con el nombre de Tewfik-Bajá.