Page 11 - Egipto Tomo 1
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PRÓLOGO IX
era propio; y al suelo su estilo oriental, y á las casas la antigua y grandiosa división del
espacio, estableciendo en cambio la fría y calculadora utilización del terreno; y despoja á
los hombres de la magnificencia de sus vestiduras y de sus armas; é introduce entre
las mujeres el anhelo de las galas, que apenas saben vestir, de sus envidiadas hermanas
europeas. El silbido de la locomotora que cruza volando las tierras labradas y el desierto,
diríasé que hace escarnio de la fuerza del sufrido y dócil camello y de la febril rapidez del
caballo árabe : el uniforme de los soldados vá pareciéndose cada dia más al de las tropas occi-
dentales. Verdad que las fiestas populares han conservado su carácter propio; pero en las
grandes ciudades empieza á ahuyentar el coche á los jinetes, y las bandas militares egipcias
tocan piezas de Ricardo Wagner y de Verdi. En las casas árabes acomodadas, los sofáes y
las cómodas de Europa van ocupando el lugar de los divanes y otros muebles orientales
hermosamente labrados: ya no se toma el café en el Jingan de metal ricamente cincelado,
sino en tazas de porcelana debidas á la industria de Alemania.
Todas las particularidades de Oriente , así las grandes como las pequeñas, vanse eclip-
sando y arrinconando y aun corren peligro de desaparecer completamente dentro de algunos
años: con todo, ninguna de ellas se ha borrado completamente: todavía encuentra el ojo
del artista, en ciudades y aldeas; en las calles y en las casas; debajo del azulado cielo y en la
tienda; entre los grandes, los mercaderes, los industriales, los campesinos y los hijos del
desierto; en los regocijos, en los duelos, en las fiestas religiosas; en el trabajo y en el
descanso de los habitantes del valle del Nilo, las formas antiguas bizarras, pintorescas,
atractivas y bellas en su género: todavía se conservan en Egipto los magníficos restos-
de tres grandes épocas artísticas, la antigua egipcia, la griega y la arábiga. Estas últimas,,
indudablemente , pueden contar con mayor estabilidad ; pero de lo peculiar á la vida oriental
lo más típico , dentro de un decenio, y no poco dentro-
habrá desaparecido una gran parte ,
de un lustro; y todo quizás cuando empiece el nuevo siglo. Por esto se encargó el que con
mucho placer escribe estos renglones, y que ama y conoce el Egipto oriental, de reunir,
para enseñanza de los hombres de nuestro tiempo y de los venideros, todo lo bello y vene-
rable, lo pintoresco, peculiar é interesante que se ve en el antiguo y nuevo Egipto, pudiendo
añadir que les servirá cuando ménos de instructivo entretenimiento el libro para su estudio
redactado, ya que las pinturas é imágenes que llenan sus páginas, tienen, en su género, un
mérito no sobrepujado hasta ahora. Nuestros artistas más distinguidos y más profundos
conocedores de todo lo que el Oriente ofrece digno de la pintura, nos las han facilitado gus-
tosos, y de aquí que podamos presentar nosotros el Egipto en esta obra, no sólo como
es y como lo reproduce el aparato del fotógrafo, sino también cual se refleja en el alma del
artista.
Para la descripción de las fiestas que celebran los habitantes del Cairo y la reproducción
de los cuentos que narran, nos ha proporcionado el doctor Spitta, de Hildesheim, bibliote-
cario del Jetife, sus apreciabilísimos trabajos: además el doctor J. Goldzihir, de Buda-Pest,
sabio bien conocido de todos los orientalistas, que fué otro de los estudiantes de El Azhar,
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EGIPTO. TOMO I.