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ISSN 1989–4104 ARQUEOLOGIA IBEROAMERICANA 5 (2010) 9
profundas implicaciones en el curso de la historia regio- a los grupos humanos una temprana sedentarización,
nal (fig. 2). como lo demuestran las evidencias prehistóricas en di-
Circundando el valle de Toluca (Arce et al. 2009), se versas partes del mundo. A pesar de que en Mesoamérica
encuentra una serie de estructuras volcánicas que, de igual existen varias zonas con condiciones de agua continen-
forma, influyeron directa o indirectamente en las condi- tal, el papel del medio lacustre y su implicación en el
ciones ambientales de la región. Agrupados en orden cro- desarrollo histórico de las sociedades ha sido poco estu-
nológico aparecen la Sierra de las Cruces, el volcán San diado, pues la mirada de los arqueólogos ha sido puesta
Antonio, el Nevado de Toluca (Arce et al. 2003, 2005; fundamentalmente en lo terrestre, sobre todo en la agri-
Capra et al. 2006; Macías et al. 1997) y la Sierra Chichi- cultura como factor causal que permitió los procesos ha-
nautzin, de entre los cuales el Nevado de Toluca ha teni- cia la complejidad sociopolítica. Se ha señalado reitera-
do la mayor relevancia en la historia de la región. Es el damente para esta región que la intervención y manipu-
más alto de esta zona, con 4680 m, aunque cabe aclarar lación antropogénica del mundo vegetal, manifiestas en
que en su etapa inicial pudo haber tenido una altitud si- el surgimiento y desarrollo de prácticas agrícolas, han
milar a la del Popocatépetl de la vecina cuenca de Méxi- jugado una importancia inigualable en la transformación
co. Este estratovolcán del Pleistoceno tardío-Holoceno de las sociedades simples a complejas. A ello se atribuye
(Bloomfield y Valastro 1974, García-Palomo et al. 2002), que los estudios ecológicos y paleoambientales, así como
ha tenido una larga historia eruptiva que ha ido modifi- sus efectos en el desarrollo de la sociedad, se han reali-
cando su morfología inicial. Conocido también como zado, y siguen realizándose, preponderantemente a par-
Xinantecatl, ha sido uno de los lugares principales de tir de esta perspectiva. Ciertamente, no se puede negar la
peregrinación desde tiempos prehispánicos (fig. 3). Se importancia de la agricultura y, por ende, la interrelación
efectuaron en él ritos y ceremonias para petición de agua entre la población humana y su entorno terrestre en la
en diversos puntos, ya sea en las cumbres o los dos lagos escala universal de la historia humana. No obstante, sa-
—el del Sol y el de la Luna— que se encuentran en el bemos también que muchos otros aspectos no pueden
cráter. En estos lagos de agua gélida, se han recuperado comprenderse cabalmente a través de estos factores. Es
materiales rituales como copal, cetros de madera, puntas precisamente el caso de la región de lagos y volcanes de
de maguey, sahumadores, obsidiana, etc. (Luna et al. Anáhuac, donde las condiciones lacustres han incidido
2009), los cuales nos hablan de importantes actividades notablemente en el acontecer histórico de los habitantes
rituales dedicadas sobre todo al dios de la lluvia, Tláloc. hasta su virtual desaparición hace unas décadas.
Tanto el valle como la cuenca de México comparten Ya hace más de treinta años, Odum (1972) destacó la
ciertas características ambientales, pero también se dife- diferencia entre un ecosistema terrestre y otro acuático,
rencian por una serie de aspectos específicos. Si bien son atribuyéndola a la matriz que actúa como soporte. En el
cuencas contiguas, la de México no tiene salida como caso del primero, está constituida por su estructura bio-
ocurre en el valle de Toluca. Éste, a pesar de poseer una lógica, que es la vegetación, sin la cual no existiría el
extensión mucho más reducida, se distinguía por la pre- ecosistema terrestre. En cambio, los ecosistemas acuáti-
sencia del río Lerma, la cual imprime una diferencia fun- cos pueden seguir funcionando sin plancton o cualquier
damental, ya que el agua de las ciénagas no sólo fluye clase de vegetación, pero dejan de existir sin el agua, ya
sino también era reconocida por ser cristalina. Asimis- que se definen por ésta, que es su base física, y se carac-
mo, el río ha jugado un papel importante en tiempos pre- terizan por una estructura compleja, cuya densidad se mo-
hispánicos como arteria fluvial principal. A través de ella, difica por diversos factores como temperatura y salini-
transportaban grandes volúmenes de productos agrícolas dad, entre muchos otros. Las características bio-geoquí-
y otros recursos naturales, así como a la población, susti- micas de las aguas que entran en los ecosistemas acuáti-
tuyendo la ausencia de transportes mediante bestias o rue- cos son de importancia fundamental no sólo porque los
das que, de alguna manera, limitaban las transacciones nutren, sino también porque influyen en los organismos
masivas. biológicos que en ellos habitan (Likens y Bormann 1972:
32). Las diferencias entre estos dos ecosistemas se resu-
men de la siguiente manera: la gran mayoría de las co-
RELACIÓN CON LA ZONA DE CIÉNAGA: munidades acuáticas flotan, son de tamaño microscópico
UNA LARGA TRADICIÓN DEL MÉXICO y tienen corta vida, mientras que los terrestres son sésiles
CENTRAL y tienden a ser de gran tamaño, además de tener una vida
relativamente larga (Pianka 1982: 66, citado por Sugiura
Es sabido que la relación entre la población humana y 1998a).
los ecosistemas acuáticos o zonas costeras tienen una larga Asimismo, se ha mencionado que los lagos de agua
historia, pues sus características particulares permitieron somera, incluso las ciénagas o zonas pantanosas son, en