Page 72 - Pacto de silencio
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vascular.
Al final ya de la reunión, el Dr. Muro explicaría a los presentes los motivos que le
impulsaron a invitar a la misma al Dr. Estellés, y que no eran otros que el hecho de
que el mencionado médico había llegado por cauces distintos a los del propio
Dr. Muro a la misma conclusión que éste: el síndrome tóxico fue causado por un
organofosforado: «Porque Estellés había dicho, que yo supiera —de las otras cosas
no he tenido conocimiento—, dos cosas claves: el tipo de tóxico (él no podía saber
que es más complejo; no es un organofosforado nada más, sino que es bastante más:
ya lo notará en los efectos, que es bastante más; tampoco la P del fósforo es el núcleo
fundamental sobre el que gira la fórmula; que en el organofosforado sí, y en este caso
no)». —Hago un inciso aquí, porque esta afirmación de Muro es importante hoy,
cuando en el Juicio diversos especialistas afirmaron que el síndrome tóxico no es
atribuible a los organofosforados, puesto que los síntomas clínicos no se
corresponden totalmente: Muro anticipó ya hace seis años que «ya se notará por los
efectos, que es bastante más que un organofosforado»—. «Pero dijo lo del antídoto.
Dijo, cuando le llamé esta mañana, encima, lo de la colinesterasa, que tenemos
nosotros estudiada, pero que quiere decir que se había dado cuenta de que la acción
era compatible con un predominio de la acetilcolina y que si esta acetilcolina existía
circulante, era porque no había colinesterasa que la destruyera, y que por tanto el
antídoto tenía que ser un oponente típico de la acetilcolina. Que esto lo haya pensado
un compañero sólo en su casa, sin haber estado dentro de la enfermedad, me obligaba
a invitarle por ética y, si me apuráis, por estética».
¿Para qué pandemonios sirve un Ministerio de Sanidad, si en el caso de una
epidemia como la que nos ocupa cierra sus oídos y sus recursos a los pocos médicos
que le indican cómo podrían llegar a curarse los afectados?
El director del Programa Nacional de Atención y Seguimiento del Síndrome
Tóxico, Manuel Evangelista Benítez firmó el 11 de enero de 1982 un informe
resumido de las actuaciones efectuadas, en cuyo anexo n.º 2 se habla de «la existencia
ya, de población importante con manifestaciones clínicas, fundamentalmente
neuromusculares, difícilmente reversibles y subsidiarias de apoyos sanitario y social
continuado», y, más adelante, de «la dimensión neuromuscular del síndrome tóxico,
la relativa eficacia de la rehabilitación, y el déficit de personal asistencial en éste
área».
En el informe sobre la reunión de la OMS en Madrid del 21 al 25 de marzo de
1983, que bajo el título de El Síndrome del aceite tóxico: Intoxicación alimentaria
masiva en España, publicó la Oficina Regional para Europa de la OMS, con sede en
Copenhague, pueden leerse por su parte las siguientes afirmaciones:
«La fase crónica, desarrollada insidiosamente durante un periodo de meses, se
caracteriza, por neuropatía periférica con atrofia muscular y deformidad de las
extremidades superiores, (…).»
«Esta fase (la crónica) se caracterizaba por una combinación nueva de
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