Page 308 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La intuición, el estado y la morada 297
Alt, hijo de Abutálib (1), le preguntaron por la visión de Dios, respon-
dió: "No lo han visto los ojos con la visión experimental que es de ellos
propia; pero lo vieron los corazones con las místicas realidades de la
fe." Y Ornar (2) dijo asimismo: "Mi corazón ha visto a mi Señor." Esta
segunda intuición es también patrimonio de los santos, pero de los
más allegados a Dios. Otros distinguen las tres maneras de intuición,
a
diciendo que la 1. , conocimiento cierto, es la que se alcanza por la es-
a
peculación y la prueba [16]; la 2. , certeza de visión, es la que se logra
a
por vía de revelación que es don gratuito de Dios; la 3. , certeza de
verdad, es la que se realiza, previo el abandono de la frágil arcilla
a
humana, a la llegada de los pródromos de la unión con Dios. La 1. es,
pues, un conocimiento que Dios confía como un depósito en lo íntimo
de la conciencia humana; pero el conocimiento, despojado del atributo
de la certeza, es sí conocimiento, aunque con dudas; sólo cuando se
le agrega la cualidad de la certeza es ya conocimiento indudable.
a a
La 3. es lo que ya hemos insinuado. La 2. , finalmente, engendra en
el siervo certeza real y positiva de los misterios, al contemplarlos con
visión tan palmaria como la visión física de los ojos, y juzga de lo
oculto con toda decisión y da de ello informes con toda verdad. Otros
dicen que la certeza puede ser nominal, formularia, científica, visual y
verdadera. Las dos primeras son patrimonio del vulgo; las dos si-
guientes, de los santos; la última es exclusiva de los profetas...
El estado místico se diferencia de la morada en que aquél es tran-
sitorio y ésta es permanente. Una misma cosa puede ser unas veces
estado y convertirse después en morada, como cuando, por ejemplo,
surge de lo íntimo del alma del siervo el propósito del examen de con-
ciencia, pero a seguida cesa el propósito, vencido por el estímulo de
las pasiones; vuelve de nuevo a nacer el propósito y cesa un momento
después; y así continúa el siervo de Dios en el estado transitorio del
examen de conciencia, hasta que llega a la intuición de Dios, y el es-
tado se convierte en morada.
(1) Alude al cuarto califa, primo de Mahoma.
(2) Alude al califa de este nombre, sucesor segundo de Mahoma.