Page 515 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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504      Parte  III.— Textos: Fotuhat,  11, 456, 472, 473, 474
          Es decir:  el místico que ha llegado al grado perfecto del amor, no
        está obligado ya a cumplir las leyes morales del islam. Esta gravísima
        afirmación de los sufíes panteístas está glosada más adelante  (II, 472,
         a
        1.  12 inf.)  : "Dios le dice: "Haz lo que quieras, que ya te lo he perdonado",
        y le da licencia para todo y lo coloca fuera de toda prohibición en este
        mundo. Nace esto de que Dios no puede mandarle acción alguna inmo-
        ral, y el místico de este grado es imposible que desobedezca a Dios; antes
        al contrario, goza de libertad plena para todo aquello que Dios le de-
        clara lícito, aunque, antes de alcanzar tal grado, era de igual condición
        que  los sometidos a las leyes positivas. De modo que traspasa estas
        leyes, después de haberlas observado. Este privilegio lo debe a la digni-
        dad de la ciencia que posee, y no a que haya perdido el uso de la razón,
        necesario para la responsabilidad, al revés de lo que sucede al extático,
        el cual debe ser considerado como el loco, al que no cabe exigir cuenta
        de sus actos, ni en su pro ni en su contra. En cambio, al místico de este
        grado se le toma cuenta en pro, pero no en contra. Tal es la enorme dis-
        tancia que media entre lo intelectual y lo emocional. ¡Cuán grande es la
        dignidad de la ciencia! El amante de Dios, adornado de ella, es más per-
        fecto que el extático." (1).
          De sí mismo siente celos por su Amado.
          Esta paradoja no tiene comentario adecuado que nos aclare su senti-
                            a
        do, ni en este capítulo (II, 472,  1.  inf.), ni más adelante, en el capítulo en
        que Abenarabi explica en qué consiste el celo por Dios y el celo de Dios
        (II, 660).
          La intensidad de su amor está en relación con su entendimiento.
          Literalmente: "su amor influye en él, conforme es su entendimiento".
        A juzgar por el comentario posterior  (II, 473,  1. a  17), parece querer decir
        que quien ama a Dios, en cuanto conocido por las fuerzas solas de  la
        razón discursiva y natural, no puede amarle con intensidad tan vehe-
        mente, como quien lo conoce por la iluminación sobrenatural. En otros
        términos: siendo  el conocer un condicionante del amar o querer (nihil
        volitum quin praecognitum), a más perfecto conocimiento del Amado co-
        rresponderá más intenso amor; ahora bien, sabida es la superioridad que

          (1)  Sobre  esta doctrina de  los  sufíes, llamados  sin  ley,  cfr.  Schreiner,
        ZDMG, 1898,  III, pág. 476.
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