Page 67 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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THEODOR HERZL
            que se nos imponga, la sostendremos sin miramientos de ningún
            orden.
               Los magnates del dinero, quizás, se contentarán con desentender-
            se del asunto con una sonrisa que implique su rechazo.
               ¿Estará perdida la causa?
               ¡No!
               Se entra, luego, en la segunda etapa para procurarse el dinero,
            recurriendo a los judíos medianamente ricos. La banca media ten-
            dría que coaligarse en nombre de la idea nacional contra la alta ban-
            ca y llegar a ser una segunda formidable potencia financiera. Esto
            tendría el inconveniente de que, al principio, resultaría de ello tan
            solo un negocio, puesto que los billones tendrían que ser pagados
            totalmente –de otra manera no se debe empezar-, y como este di-
            nero sería empleado poco a poco, ello daría lugar a que, en los pri-
            meros años, se llevarán a cabo toda clase de negocios de banca y
            de préstamos. No se excluye que, de esta manera, el fin perseguido
            en un principio caiga poco a poco en el olvido; los medianamente
            ricos se encontrarían un nuevo gran negocio y la emigración de los
            judíos se estancaría.
               Es sabido que esta manera de procurarse el dinero no es nada fan-
            tástica. En diversas ocasiones se trató de reunir el dinero católico pa-
            ra enfrentar a la alta banca. No se ha caído en la cuenta de que tam-
            bién se podría combatirles con el dinero judío. ¡Pero qué crisis no
            motivaría todo esto! ¡Qué perjudicados resultarían los países donde
            se libraran tales batallas financieras y cómo tendría que acrecentarse
            el antisemitismo con ello!
               Por ende, no simpatizo con esta solución; la menciono sólo por-
            que está involucrada en el desarrollo lógico del pensamiento.
               Tampoco sé si los bancos de capital mediano lo aceptarían.
               En todo caso la causa tampoco está perdida con el rechazo de los
            de riqueza mediana. Antes bien, recién entonces comienza, puesto
            que la Society of Jewish, que no se compone de hombres de nego-
            cios, puede ensayar pues, la fundación de la Company como institu-
            ción popular.
               El capital en acciones de la Company puede ser reunidos sin me-
            diación de un sindicato de la alta banca o de la mediana, por medio
            de una suscripción directa. No sólo los judíos pobres sino también


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