Page 69 - Teodoro Herzl El Estado Judio
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IV. Los grupos locales
La transplantación
Hasta aquí se ha mostrado tan sólo cómo ha de organizarse la
emigración, sin que suscite trastornos económicos. Pero una emi-
gración de esta índole entraña también muchas fuertes y hondas
conmociones anímicas. Existen viejas costumbres, recuerdos que
nos ligan íntimamente con los lugares. Tenemos cunas; tenemos
tumbas y es sabido lo que son las tumbas para el corazón judío. Las
cunas, las llevaremos con nosotros; en ellas dormita, rosado y son-
riente, nuestro futuro. Nuestras queridas tumbas tendremos que
abandonarlas, de ellas nos resultará dificilísimo separarnos, según
creo, a nosotros, que somos un pueblo ávido de bienes. Pero ten-
dremos que hacerlo.
Ya nos alejan de nuestros lugares de residencia y de nuestras tum-
bas la necesidad económica, la presión política y el odio de la socie-
dad. Ya hoy se trasladan judíos a cada momento, de un país a otro;
una fuerte corriente hasta atraviesa el mar para dirigirse a los Esta-
dos Unidos, donde tampoco se nos quiere. ¿Dónde se nos querrá
hasta que no tengamos una patria propia?
Pero queremos darles a los judíos una patria. No arrancándo-
los violentamente del terruño, sino alzándolos cuidadosamente
con toda su raigambre y transportándolos a otro suelo mejor. Tal
como queremos crear una nueva posición en los campos econó-
micos y políticos, así pensamos santificar todo lo viejo en el cam-
po de los sentimientos. Referente a ello contentémonos con algu-
nas indicaciones. En este punto está el peligro más grande de que
el plan sea tomado por una fantasía. Sin embargo también esto es
posible y realizable, sólo que en la realidad se presenta como algo
confuso e ineficaz. Por medio de la organización puede resultar
razonable.
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