Page 200 - Fantasmas
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FANTASMAS
fundió esperanzas, pero al menos sí ganas de moverse, así que,
con gran esfuerzo, se sentó.
Tenía los ojos mejor, y cuando miró por la ventana que
brillaba vio estrellas y luces distorsionadas, pero también pu-
do ver la ventana con claridad. El estómago le dolía de hambre.
Se obligó a ponerse en pie y empezó de nuevo a recorrer la
habitación, buscando algo que le diera ventaja. En uno de los rin-
cones encontró un trozo del suelo de cemento que se había des-
hecho y convertido en fragmentos granulares del tamaño de pa-
lomitas de maíz, bajo los cuales asomaba una capa de arena. Estaba
guardándose un puñado de estos granos de arena en el bolsillo
cuando escuchó el ruido del cerrojo cuando lo descorrían.
El hombre gordo estaba en el umbral. Ambos se miraron
desde una distancia de cuatro metros. Al llevaba calzoncillos de
rayas y una camiseta interior blanca, manchada de sudor a la al-
tura del pecho. La extrema palidez de sus gruesas piernas re-
sultaba chocante.
—Quiero desayunar —dijo Finney—. Tengo hambre.
—¿Qué tal los ojos?
Finney no contestó.
—¿Qué haces ahí?
Finney le dirigió una mirada furiosa desde su rincón. Al
dijo:
—No puedo traerte nada de comer. Tendrás que esperar.
—¿Por qué? ¿Es que tienes invitados arriba y no quieres
que te vean bajándome comida?
De nuevo, el rostro de Al se ensombreció y cerró los pu-
ños. Cuando contestó, sin embargo, su tono no delataba enfa-
do, sino tristeza y derrota.
—Déjalo —dijo.
Lo que Finney interpretó como un sí.
—Y, si no era para traerme algo de comer, ¿por qué has
bajado? —le preguntó.
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