Page 203 - Fantasmas
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Joe Hit
Estuvo largo rato sin poder levantarse, sentado con los
brazos alrededor del pecho, mientras desaparecía el último ra-
yo de luz y las sombras crecían a su alrededor. En ocasiones se
ponía a tiritar con tal violencia que le castañeteaban los dien-
tes. Hacía frío y aún sería peor por la noche. Pensó que no
sería capaz de aguantar otra noche como la anterior. Quizá ése
era el plan de Al, dejarlo morir de hambre y frío. O tal vez no
había ningún plan, tal vez el hombre gordo había muerto de un
ataque al corazón y Finney lo seguiría, aunque su muerte sería
lenta, minuto a minuto. El teléfono respiraba otra vez. Finney
miró cómo sus costados parecían hincharse, desinflarse e in-
flarse de nuevo.
—Deja de hacer eso —le dijo.
Y el teléfono paró.
Caminó, necesitaba hacerlo para entrar en calor. Salió la
luna y por espacio de un tiempo iluminó el teléfono negro con
un haz de luz marfileña. La cara le quemaba y de su boca sa-
lía humo, como si fuera un demonio y no un niño.
No sentía los pies, de fríos que estaban. Golpeó el suelo
en un intento de estimular la circulación, y trató de mover los
dedos, pero los tenía demasiado fríos y rígidos, y le dolían. Es-
cuchó a alguien cantar desafinando y se dio cuenta de que era
él. La noción del tiempo y los pensamientos iban y venían. Tro-
pezó con algo en el suelo y retrocedió palpando en la oscuri-
dad con ambas manos, tratando de imaginar qué era y si le ser-
viría de arma. No encontró nada y tuvo que admitir que había
tropezado con su propio pie. Apoyó la cabeza en el cemento y
cerró los ojos.
- Le despertó el sonido del teléfono otra vez. Se sentó y lo
miró. La ventana que daba al este se había teñido de color azul
y plata. Intentaba decidir si el teléfono había sonado realmen-
te cuando volvió a hacerlo, con un sonido penetrante y metá-
lico.
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