Page 46 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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—¡Caramba, Dorian, la señorita Sybil sabe hacer cumplidos!

                    —Tú no la entiendes, Harry. Simplemente, me veía como un personaje de
               una  obra  de  teatro.  Ella  no  sabe  nada  de  la  vida.  Vive  con  su  madre,  una
               mujer cansada y descolorida que interpretaba el papel de lady Capuleto con
               una especie de envoltorio color magenta por vestido la primera noche, y que

               da la impresión de haber conocido mejores tiempos.
                    —Conozco esa apariencia. Siempre me deprime.
                    —El judío quería contarme su historia, pero le dije que no me interesaba.
                    —Hiciste  muy  bien.  Hay  siempre  algo  infinitamente  mezquino  en  las

               tragedias ajenas.
                    —Sybil es lo único que me importa. ¿Qué más me da de dónde venga?
               Desde  su  cabecita  hasta  sus  diminutos  pies  es  absoluta  y  perfectamente
               divina.  Acudo  a  verla  actuar  cada  noche  de  mi  vida  y  cada  noche  es  más

               maravillosa.
                    —Ésa  es  la  razón,  supongo,  de  que  ahora  ya  nunca  cenes  conmigo.
               Imaginé que debías de tener algún curioso romance entre manos, pero no es
               exactamente lo que esperaba.

                    —Mi querido Harry, almorzamos o merendamos juntos todos los días, y
               he ido contigo a la ópera en varias ocasiones.
                    —Siempre llegas espantosamente tarde.
                    —Bueno, no puedo evitar ir a ver actuar a Sybil, aunque sólo sea durante

               un acto. Enloquezco con su presencia, y cuando pienso en el alma maravillosa
               que se esconde en ese pequeño cuerpo de marfil, me invade un sentimiento de
               veneración.
                    —Puedes cenar conmigo esta noche, ¿verdad, Dorian?

                    Éste movió la cabeza.
                                                                     ⁠
                    —Esta noche hace de Imogen —⁠respondió—, y mañana por la noche será
               Julieta.
                    —¿Cuándo hace de Sybil Vane?

                    —Nunca.
                    —Te felicito.
                    —¡Eres horrible! Ella es todas las grandes heroínas del mundo en una. Es
               más que un ser individual. Tú te burlas, pero yo te aseguro que tiene talento.

               La amo. Y debo conseguir que ella me ame también. ¡Tú, que conoces todos
               los secretos de la vida, dime cómo cautivar a Sybil Vane para que me ame!
               Quiero  despertar  los  celos  de  Romeo.  Quiero  que  los  amantes  muertos  del
               mundo oigan nuestras risas y sientan pesadumbre. Quiero que el aliento de







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