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                  Aunque  buscara  por  todo  el  mundo  jamás  encontraría  amor  tan  puro  y
                  bondadoso,  pues  para  mí  eres  única,  eres  mi  amor,  mi  más  sincero
                  sentimiento.

                  Tu amor lo guardo aquí en mi pecho, donde solamente tú tienes la llave, esa
                  que te llevará a lo más profundo de mi ser, mi amor primero, mi soñado
                  amor, mi aire, mi vida entera.

                  Pasarán los años con sus primaveras, el otoño y el frío invierno, el verano
                  con sus ardientes calores, y nuestro amor seguirá prendido de ardores.

                  Te amo como eres, con tus noches y tus días, tu risa y tus penas, te amo con
                  todo lo que eres y representas, no podría ser otro sólo tú.

                  Olvidemos  al  mundo  que  nos  rodea,  sigamos  nuestra  felicidad.
                  sumerjámonos  en  el  fuego  ardiente  de  esa  pasión  que  nuestros  cuerpos
                  provocan,  en  compás  de  los  versos  que  cubren  nuestros  sueños  brota
                  inquietante el roce de tus labios, y tu nombre en mi boca ya palpita.

                  Sigamos amándonos como siempre, no dejemos secar este amor por nuestros
                  miedos.

                  Soy la que escribe estas cartas que se hicieron letras de amor al sentir este
                  amor correspondido.

                  Te daré mis mejores caricias para que juegues con ellas. Nadie mi amor, te
                  ama como yo.

                  Corazones destinados a estar juntos.

                  Dicen que dos corazones que están destinados a estar juntos, no hay nada
                  que puedan hacer para escapar el uno del otro: su amor nacerá, florecerá y
                  permanecerá eterno, por encima de las estrellas, porque hay una fuerza más
                  grande que nosotros que nos empuja, nos invita a sentir.

                  Sé que cuando te conocí sentí algo muy especial, algo que nunca jamás había
                  sentido, un escalofrío recorrió mi cuerpo y en ese mismo instante supe que
                  nuestros corazones se estaban llamando el uno al otro, porque se conocían
                  desde hace mucho, mucho tiempo, y estaban respondiendo a la llamada  del

                  destino, de la que nadie puede escapar.







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