Page 106 - HASTA MAYO
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DESPERTARES


                  Hoy fue un día sin igual. Me desperté y tú estabas ahí, en nuestro lecho,
                  dormida, tan tierna, tan bella... Eres tan hermosa... Estabas entre mis
                  brazos.

                  Tan íntimo momento me dejó sin respiración. Acomodé tu cabello detrás de
                  tu oreja, me acerqué y susurré en tu oído un delicado “Te amo...”. Pareció
                  que despertabas un instante, sonreíste entonces y te acomodaste entre mis
                  brazos nuevamente. Aún dormida, entre susurros, me devolviste un “Te
                  amo”. Las palabras parecían acariciar tus labios tan hermosos y me
                  estremecí por completo.

                  Mi corazón palpitó como nunca antes lo había hecho, sonreí como si fuera
                  a comenzar a vivir de nuevo, con mi mirada fija en ti, un mismo latido, una
                  misma piel. Todo parecía un dulce sueño mientras te abrazaba. Te acaricié
                  sumida en tu sueño, con tu cuerpo desnudo, descansando de la pasión de la
                  noche.

                  Rocé tu piel desnuda aún caliente, te observé con los ojos cerrados y tus
                  labios formando una sonrisa de placer... Y entonces deseé que llegara otra
                  vez la noche para estrecharte de nuevo entre mis brazos y que tú me
                  estreches entre los tuyos, para arrancarte la ropa y poseerte, besarte los
                  pies, llamarte mi diosa, para mirarte de frente y decirte temblando después
                  cuánto te amo.

                  Deseé que llegara otra vez la noche para recorrer tu piel con mi aliento,
                  para acariciarte y dejarte dormida y así meterme en tu pecho y volver a
                  salir, que respires de mí. Cuando estás dormida, me echo en tu alma y
                  escucho, con mi oído en tu pecho desnudo, tu corazón tranquilo, y en su
                  latir, encuentro el secreto del centro del mundo, el secreto del centro del
                  cielo, el secreto de nuestro amor.

                  A veces, durante la noche, me despierto sudando y comienzo a buscarte,
                  desesperado, en nuestro lecho, pensando que no estás a mi lado, que nunca
                  has estado conmigo, y siento que el mundo se acaba, porque la mujer que
                  amo no está. Es entonces cuando la angustia más atenaza mi corazón.

                  Después, alcanzo a tocarte con mis dedos y siento tu piel junto a mi

                  cuerpo, escucho tu respirar tranquilo, y deseo despertarte, pero no, no lo
                  hago, porque sé que todo ha sido un mal sueño, que estás ahí, dormida
                  como un ángel, tan hermosa, casi irreal...






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