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32www.i-am-magazine.comPor eso, queridas lectoras, quise compartirestas palabras con ustedes. Porque est%u00e1 bienno decir nada cuando no sabemos qu%u00e9 decirante el sufrimiento ajeno. Porque ser emp%u00e1ticono es solo ponerse en los zapatos del otro; essentir su dolor y, desde nuestro propio lugar,ser un verdadero apoyo.Alguien me dijo una vez: %u201cSi no tienes nadavalioso que decir, es mejor no decir nada%u201d. Yhoy lo creo firmemente. A veces, el silenciopuede ser m%u00e1s poderoso que mil palabras y unabrazo puede convertirse en la caricia m%u00e1ssanadora para el alma. En un mundo donde laopini%u00f3n parece ser un derecho innegociable,olvidamos que no siempre es necesario emitirjuicios, corregir o imponer nuestra verdad.Escuchar sin interrumpir, sin querer cambiar lahistoria del otro, es un acto de amor profundo. Aveces, el silencio dice m%u00e1s que mil palabras y unabrazo es la caricia m%u00e1s poderosa para el alma.A prop%u00f3sito del D%u00eda Internacional de la Mujer,que conmemoramos el mes pasado, quieroinvitarles a reflexionar sobre la empat%u00eda entrenosotras, porque, aunque compartimos elmismo g%u00e9nero, cada una vive su vida de maneradistinta. Ser mujer no nos hace id%u00e9nticas enpensamiento, emociones ni experiencias. Aveces olvidamos que, adem%u00e1s de ser mujeres,somos individuos con historias, dolores ysue%u00f1os particulares. No es lo mismo ser madreque no serlo, ser soltera que estar casada, criarhijos propios o ser madrastra, tener una red deapoyo o enfrentarlo todo sola.Sin embargo, solemos asumir que nuestrasbatallas y realidades son las mismas, cuando,en realidad, cada una enfrenta desaf%u00edosdiferentes.