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664 La nueva forma de comercializar los servicios ha obligado tanto al empresario
665 como al empleado a formar una alianza con la que ambos toman en
666 consideración los derechos de un tercero, EL PUBLICO AL QUE SIRVEN.
667 Ya ha pasado la época de los que “salían a conseguir” y se ha sustituido por la
668 de los que “salen a ofrecer”. Finalmente han salido a la luz los métodos de
669 presión que utilizaban las empresas, pero jamás habrá necesidad de volver
670 encubrirlos porque, en el futuro, los negocios se guiarán por métodos que no
671 requieren ninguna presión.
672 El verdadero valor capital de nuestras mentes puede estar determinado por la
673 cantidad de ingresos que podemos producir (comercializando nuestros
674 servicios). Uno puede lograr una estimación adecuada del valor capital de sus
675 servicios si multiplica sus ingresos anuales por dieciséis y dos tercios, ya que
676 es razonable estimar que sus ingresos anuales representan un seis por ciento de
677 su valor capital. El dinero rinde el 6% anual, y el dinero no vale más que el
678 cerebro. De hecho, a menudo vale mucho menos.
679 Los “cerebros” competentes, si se comercializan de forma efectiva,
680 representan un tipo de capital mucho más deseable que el que se necesita para
681 dirigir un negocio de venta de bienes de consumo, porque los “cerebros” son
682 una clase de capital que no puede perder su valor de manera permanente con
683 las crisis, ni puede robarse o gastarse. Además, el dinero que se necesita para
684 dirigir un negocio tiene tan poco valor como una duna de arena hasta que no
685 se combina con “cerebros” eficientes.
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