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DESEO 59
411 le dio su consentimiento. Temía que su sordera fuera un riesgo para ir solo por la
412 calle.
413 Finalmente, tomó cartas en el asunto. Una tarde, cuando se quedó en casa con los
414 sirvientes trepó por la ventana de la cocina, descendió hasta el suelo y se puso en
415 camino. Le pidió prestados seis centavos al zapatero del barrio, los invirtió en
416 comprar periódicos, los vendió, volvió a invertir el dinero y siguió haciendo lo
417 mismo hasta altas horas de la noche. Después de cuadrar sus cuentas y devolver
418 los seis centavos a su banquero, se encontró con que había obtenido unas
419 ganancias netas de cuarenta y dos centavos. Cuando llegamos a casa aquella noche
420 lo encontramos dormido en la cama, apretando el dinero en un puño.
421 Su madre le abrió la mano, sacó las monedas, y rompió a llorar. ¡Qué sorpresa!
422 Lamentarse por la primera victoria de su hijo pareció muy inapropiado. Mi reacción
423 fue precisamente la inversa. Reí a carcajadas, pues supe que mi empeño en inculcar
424 en la mente del muchacho una actitud de fe en sí mismo había tenido éxito.
425 Su madre veía a un pequeño niño sordo que, en su primera aventura comercial,
426 había salido solo a la calle y había arriesgado su vida para ganar dinero. Yo veía a
427 un pequeño hombre de negocios valiente, ambicioso y autosuficiente cuyo valor
428 había aumentado en un 100 por ciento porque había hecho negocios por iniciativa
429 propia y lo había logrado. Su transacción me complació porque supe que había
430 demostrado ser una persona llena de recursos y que llevaría consigo ese rasgo toda
431 su vida.
432 Los posteriores acontecimientos lo corroboraron. Cuando su hermano mayor
433 quería algo se tumbaba en el suelo, pataleaba y lloraba; así lo conseguía. Cuando el
Comunidad de Mentoría de Empoderamiento










































































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