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Undying
¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que perdió su nombre? Su
ruinosa mente ya no lo recuerda. Vagamente es capaz de
rememorar armaduras, estandartes y compañeros con rostros
sombríos cabalgando a su lado. También recuerda una batalla:
dolor y miedo cuando unas manos pálidas lo arrancaron de su
montura. Recuerda el terror de cuando fue arrojado al abismo
del Dios Muerto junto con sus hermanos, para escuchar el Canto
Fúnebre y ser consumido por la nada. En las oscuras
profundidades, perdieron la noción del tiempo. Sus pensamientos
les abandonaron. La cordura les abandonó. No así el hambre. Se
atacaron unos a otros, con sus uñas destrozadas y sus dientes
hechos añicos. Entonces llegó: distante al principio, una frágil
nota apenas perceptible, seguida de otra y otra, imposibles de
ignorar e incesantes. El coro creció hasta transformarse en un
muro viviente de sonidos que retumbaban en su mente hasta que
ningún otro pensamiento pudo sobrevivir. Mientras el Canto
Fúnebre le consumía, abrió sus brazos al Dios Muerto y aceptó su
obliteración. Aunque su destrucción no era lo que habían
planeado para él. El Dios Muerto pedía guerra. En el vientre de la
gran nada, un nuevo propósito le fue asignado: difundir el Canto
Fúnebre por toda la tierra y hacer que los muertos se levantaran
contra los vivos. Estaba predestinado a convertirse en Undying,
heraldo del Dios Muerto, para alzarse y caer y volver a alzarse
cuando su cuerpo le fallara. Para caminar penosamente a través
de la muerte eterna, para que el Canto Fúnebre nunca cese.