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Águila Blanca

           161.  Él  fue  tan  claramente  conocido.  Sus  señales  del
           Mesías probaban que era el Mesías, el Ungido. Y que ellos
           lo  pasaron  por  alto,  ciertamente,  tuvo  que  ser  la  mano  de
           Dios que los cegó para que ellos no lo vieran o no lo habrían
           pasado  por  alto,  ya  lo  creo.  Y  es  la  misma  cosa  hoy.  [EL
           MESIAS, página 6, párrafos 15. Predicado el 17 de enero de 1961, en
           el Tabernáculo Vida, en Shreveport, Louisiana, E.U.A. Impreso por
           el Tabernáculo Ebenezer, Barquisimeto-Venezuela.]

           162.   Noten, las mismas señales espirituales que hizo Jesús,
           han vuelto a ocurrir  sobre  la tierra en  los últimos días.
           La  misma  señal  espiritual  por  la  cual  Él  se  identifico
           como Mesías, lo ha identificado a él hoy. ¡El todavía es el
           Mesías!  Las  mismas  señales  físicas  han  aparecido  sobre  la
           Tierra,  que  aparecieron  a  raíz  de  lo  que  El  era.  La  misma
           Columna de Fuego que vio San Pablo, la misma, todo eso ha
           vuelto a ocurrir con la misma naturaleza, obrando lo mismo.
           [ALMAS  ENCARCELADAS  HOY,  páginas  21,  22;  párrafos  122,
           127,  128,  129.  Predicado  un  domingo  por  la  mañana,  10  de
           Noviembre  de  1963,  en el  Tabernáculo  Branham,  en  Jeffersonville,
           Indiana, E.U.A].

           163.  Yo  sé  que  Él  está  aquí.  Yo  sé  que  aquel  mismo
           Mesías, yo sé que aquél mismo Dios, aquél mismo Cristo
           está aquí en este viejo y pequeño edificio en esta noche.
           Yo se los puedo probar. ¡Amén! Miren a aquél Ángel del
           Señor que está parado en  la esquina exactamente sobre un
           hombre sentado allí. Su nombre es…el es un reverendo. El
           Sr.  Witt.  El  es  de  allá  arriba  de  Virginia  (correcto)  y  está
           sufriendo con un trastorno nervioso. Si usted cree con todo su
           corazón,  puede  ir  a  su  hogar  sano.  ¿Lo  cree  usted,  señor?
           Muy bien, vaya a su hogar y sea sano; su trastorno  nerviosos
           ha  terminado.  Él  es  aquél  mismo  Mesías.  Él  está  aquí
           ahora mismo. Lo veo otra vez. ¡Amén! [LA INFLUENCIA DE
           OTRO, página 31; párrafos 152, 153, 156. Predicado el 13 de octubre
           de  1962,  en  el  Tabernáculo  Branham,  en  Jeffersonville,  Indiana,
           E.U.A.]

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