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En la Nueva Versión Internacional, “gigantes” se traduce como “Nephilim”, que
                  en general se consideran como el engendro híbrido entre ángeles y humanos.

                  Es un pasaje controvertido. Muchos lectores de la Biblia difunden argumentos

                  ilógicos para evitar la posibilidad de que Génesis 6:4 describa escenas sexuales

                  sobrenaturales, alimentando la duda de que la escritura pueda referirse al sexo

                  con demonios (los “hijos de Dios” sólo se refiere a entes superiores a los huma-

                  nos, ellos insisten). Pero aún así: es evidente que no habría tantas personas dis-

                  cutiendo sobre su interpretación si el pasaje no diera la impresión de ser una
                  escena de sexo demoníaco.




                    Las acusaciones de practicar sexo con demonios proliferaron durante la caza

                  de brujas dirigida por cristianos que “alcanzó su macabra cúspide entre los si-

                  glos XIV y XVII”, como el historiador David M. Friedman señala en su amplia

                  Cultural History of the Penis (Historia Cultural del Pene). De hecho, uno de los

                  crímenes más comunes “cometidos” por los acusados de brujería era fornicar
                  con el Maligno.




                    En Pagan Portals: Pan (Portales Paganos: Pan) Melusine Draco cita al doctor

                  Hope Robbins, autoridad en brujería: “La curiosidad de los jueces (en los juicios

                  de brujas) era insaciable para recabar la mayor cantidad de detalles posible so-

                  bre las relaciones sexuales y su tarea de extremar los interrogatorios fue re-

                  compensada con abundantes fantasías repugnantes”. Esto resultó en una situa-
                  ción, escribe Draco, en la que “una mezcla de inquisidores lascivos y mujeres

                  histéricas a punto de ser quemadas o colgadas generaban casi todos los relatos,

                  producto de ficciones eróticas y neuróticas”.




                    ¿Siquiera era bueno el (supuesto) sexo con el demonio? Los relatos difieren.

                  En 1485, un inquisidor escribió que el pene del Diablo era “extremadamente car-

                  noso” y que muchas brujas “quedaban agotadas durante varios días después del
                  encuentro”. El resto de reseñas eran mucho menos positivas. Se dice que una

                  bruja prominente llamada Temperance Floyd había “hecho una confesión libre

                  afirmando que ‘el Diablo adquiría un cuerpo frío que tenía relaciones carna-

                  les frecuentes con ella”. Otra bruja, Rebecca West, describe la boca de Satanás

                  como “fría como la arcilla”. Otra más dijo que su eyaculación era “insoportable-
                  mente helada”. En A Cultural History of the Penis, Friedman describe el relato

                  de Anna Pappenheimer, quien afirmó que la verga de Satán es “tan fría como un
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