Page 180 - El Orinoco, ilustrado, y defendido, historia natural, civil, y geographica de este gran rio, y de sus caudalosas vertientes: govierno, usos, y costumbres de los Indios sus habitadores con nuevas, y utiles noticias de animales, arboles, frutos, aceytes, resinas, yervas, y raices medicinales
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166 EL ORINOCO ILUSTRADO,

                                 do ha de fer el Padre Mifsionero : no hay

                                 que efcufarfe , fo pena de incurrir en fu eno¬

                                 jo. Debe fentarfe junto al Cacique , y rom¬

                                 per el nombre á la falud del concurfo , aun¬

                                 que fea con Tolo el ademan de beber: 1 oí

                                  qual fupueílo , y fupuefta la moda de dar

                                  veneno ya referida , jamás probé en adelante

                                  fu chicha , fi el que me la daba no bebia pri¬
            Método cnta*.
            biado para evi  mero de ella ; y aunque á los principios fe

            tar el peligro        réfíftian , con todo los convencía, diciendo:
            4e veneno.
                                   Que era ufo de la gente blanca , y feñal de buen
                                   corazón en el que da la bebida , y en el que la

                                   toma. Ella praéHca pareció muy bien á todos

                                   los Padres Misioneros , quando les revelé

                                   el fecretO'; y parecerá bien á todos los que

                                   leyendo ello , vieren quan arriefgadas tienen

                                   aquellos Operarios fus vidas , porque jamás

                                    llegará á tanto la barbaridad del que dá el

                                    veneno oculto en la bebida , que quiera él

                                    mifmo tragarle primero la muerte. En el pri¬

                                    mer recibimiento, y entrada á Nación hue-

                                    vaménte délcubiérta, de que traté al capitu¬

                                    lo veinte y tres de la primera Parte, no hay

                                    peligro, porque femejantes Indios fon muy

                                    bozales, y á los principios eftán preocupa¬

                                     dos del interés de la curioíidad , y miedo.

                                             Pregunté también á mi declarante , ñ

                                     havia , ó fabia algún remedio contra el re¬

                                     ferido veneno ; y me refpondió refuelta-

                                     mente , que no , y que la muerte del que le

                                      tomaba era cierta , é infalible > y que fi hu-

                                      ;viera remedio , él lo dixera , con la mifma

                                      verdad con que me havia declarado lo yá di¬

                                                                                                              cho.
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