Page 186 - El Orinoco, ilustrado, y defendido, historia natural, civil, y geographica de este gran rio, y de sus caudalosas vertientes: govierno, usos, y costumbres de los Indios sus habitadores con nuevas, y utiles noticias de animales, arboles, frutos, aceytes, resinas, yervas, y raices medicinales
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17z el ORINOCO ILUSTRADO,

                                pudiera decir mucho , porque no fon pocos


                                Jos que mueren de ellas ; y la feñal fixa de

                                fer yerva , ó yervas la caufa de las tales

                                muertes , es rajarle las carnes del cuerpo en

                                largas cifuras , y íalir de aquellas fajaduras*-

                                no fangre , fino un humor amarillo , que en

                                breves dias faca de elle mundo al doliente.

                                Jamás he podido invefiigar qué efpecie de-

                                yervas fean ? Puede fer , que algún ívlifsio-

                                nero , con alguna cafualidad , las dtfcubra,

                                y quiera Dios , que al miímo tiempo fe def¬

                                cubra fu remedio , ó fu contrayerva. Salga¬

                                mos de una vez de entre tanto veneno , y

                                para elfo fea el Capitulo figuiente.




                                               CAPITULO XIV,




                                DE LAS CULEBRAS V E NENOS 4$

                                                            de aquellos Palies.


                                                                    §. I.




                                 f I i i O - , ; " f ; " ' ' ' * • ' • \4
                                DEL CULEBRON E S P A NTO SO^

                                                                llamado Buio.




                                LAS plagas , que el poder de Dios multiw

                                           pilcó en Egypto para cañigar el endu¬

                                recido corazón del bárbaro Faraón , de fus

                                crueles Miniftros , y de todos los ciegos ido¬

                                latras de aquel Reyno , creo , que fon menos

                                en el numero , que las que la Jufticia Divi¬

                                na ha embiado á las vertientes del gran Rio

                                Prinoco, y á las vegas de los muchos, y

                                                                                                        erani
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