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madrugada. Estos relatos fueron escritos en la clandestinidad
del feminismo.
Sí, ser feminista en una familia heteronormal, regida
por un hombre en figura de padre tradicional, es ser
transgresora y eso jode.
Pude compartir algunos relatos con mi pareja de
entonces, y como era de esperar, no surgió de su boca una sola
palabra de ánimo. Sino que me pidió que cortara partes, que
no dijera tal o cual cosa. Eso ya no importa, no lo hice. Pude
salir.
Cuando decís que “no” y te plantás, eso es
empoderarte. Tanto que se habla de empoderamiento, como
abstracción o concepto vago. Pronunciar “no” y actuar en
consecuencia es empoderarse. Ahí sentís el poder que tiene tu
palabra, tus actos, frente a quienes te quieren doblegar.
En el feminismo habita la mujer libre. La mujer
diversa, en el sentido más amplio, más allá del sexo, de lo
biológico, de lo que tenga entre las piernas o cómo esté
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