Page 5 - revista juan tomis
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Mi  familia  de  Dios”,  una
                                                               expresión  que  nos  lleva  al
                                                               recuerdo  y  vivencias  de  un
                                                         “personaje  inolvidable,  ex-
                                                         traordinario, humano, santo : nues-
                                                         tro querido Padre Juan Tomis Stack,
                                                         que con acento americano, un cora-
                                                         zón lleno de amor y una fe en Dios
                                                         que  nos  demostró  que  verdadera-
                                                         mente  podía  mover montañas,  lle-
                                                         gó a Perú dejando a su familia y su
                                                         Diócesis  en  Bridgeport,  para  sem-
                                                         brar esa semilla de amor a Dios que
                                                         pronto  dio  frutos  para  convertirse
                                                         en su Gran Familia de la Parroquia
                                                         San Juan Maria Vianney de Chiclayo.

                                                         Han pasado 25 años de su encuen-
                                                         tro  con  el  Señor  y  los  que  fuimos
                 bendecidos en conocerlo, trabajar a su lado, aprender de su servicio, entrega y amor a
                 los demás, mantenemos en nuestros corazones ese amor tan grande que él nos inspi-
                 ro y recordamos como si fuera ayer cada experiencia a su lado, cada labor social, cada
                 obra, cada idea  activada en su mente agitada e incansable que impulsaba con entu-
                 siasmo y optimismo hasta hacerla realidad, moviendo a su gente, a sus jóvenes, sus
                 madres, sus comunidades, su clubs, sus grupos,  a toda la parroquia, a todo Chiclayo.

                 El año pasado, fuimos invitados por nuestro actual Párroco Padre Ricardo Guerrero
                 Orrego a la bendición de la Tumba remodelada de Padre Juan: embellecida, moderni-
                 zada, iluminada y siempre al lado de su querida Parroquia y su inspirador patrono San
                 Juan María Vianney. A todos los que asistimos nos llenó de mucha alegría y emoción
                 sentir nuevamente que nuestro recordado “párroco” seguía presente entre nosotros
                 como era siempre: con la “belleza” que Dios da a los hombres  que lo llevan en su
                 corazón y que atraía con su amor y entrega; “moderno”, adelantado a los tiempos y
                 siempre generando e innovando maneras de acercar a su feligresía al amor y la acción
                 por Dios, “Iluminado” como luz guía de toda su parroquia, siempre ejemplo, siempre
                 adelante en el camino de Dios.

                 Los avances de la tecnología me permitieron compartir esa misma noche por Facebo-
                 ok la foto que adjunto a esta nota, con algunos de los chicos que crecimos y forma-
                 mos  al lado de nuestro Padre Juan. La emoción y nostalgia por aquellos momentos
                 inolvidables de nuestra niñez y juventud fue contagiante y en crecimiento, así como
                 las personas que día a día iban uniéndose a esta red: de Chiclayo, de Lima, del Perú,
                 de Venezuela, Argentina, de Estados Unidos, España, Alemania; con sus experiencias,
                 sus recuerdos, colgando  sus fotos guardadas con cariño, motivándose unos a otros,
                 invitando cada vez a más personas a unirse a la red, tanto que fue necesario crear un
                 espacio exclusivo para compartir las experiencias de los Amigos de Padre Juan. Sin
                 duda, nuestro “párroco” volvía a poner en nosotros el bichito de la obra y acción repi-
                 cando a nuestros oídos su recordada frase “mueva la cosa hijito”.

                 Las ideas de recordarlo en estos 25 años de su fallecimiento no se hicieron esperar  y
                 pronto estuvimos conformando un equipo de trabajo y esbozando lo que seria el Pro-
                 grama de Conmemoración, que incluía la Misa Central Concelebrada, actividades de
                 motivación  con los jóvenes, de integración y compartir de toda la feligresía chiclayana
                 y como una manera de perennizar su recuerdo y obra, la develación de un monu-







                                                                                                            03
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