Page 49 - Julito Cabello
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Por  suerte,  o  para suerte  de  mi pobre
              cabeza,  mis  papás  llegaro n  luego.  Yo
              la  sentía  co mo  una  pelota  demasiado
              inflada.  Se  me  iban las  ideas  para  arriba
              y se me olvidaban  las cosas d e aquí abajo
              (como  el  uniforme,  los cuadernos y todo
              eso).
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                  - ¿Cómo  llegó  Karla?  -me  preguntó
              mi mamá.
                  -OK  - dije  yo.  Y  no  sé  con  qué  cara
              porque  mi  mamá,  que  tiene  súper  ante-
              nas, se  preocupó al tiro.
                  -¿Julito,  de  qué  estuvieron  hablando
              con  Karla?
                  - De  la  verdad de  la  belleza,  madre  -
              contesté yo.
                  Para qué les digo. Es como si le hubiera
              dicho  a mi mamá que me había tomado el
              concho  de vino  del  vaso  de  mi  papá.  Me
              miró  como si  tuviera  que  darme  un  litro
              de café puro  para volverme a la sobriedad.
                  -]u lito -me dij o- , hoy no  vas al cole-
              gio . Hoy te quedas aq uí para hablar  algu-
              nas cosas conmigo.
                  ¿Qué cara habré tenido?
                  Mi  papá,  mientras  tanto,  estaba
              distinto .  No  me  miraba  mu cho y andaba
              paseá ndose como si estuviera de v isita en
              un museo.
                  ¿Pena por el tío  Leo?
                  Parece  que  no.  Era  otra  cosa,  co mo
              me  enteré después.
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