Page 81 - Julito Cabello
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El Beltrán parecía un a ngelito de
pesebre: bueno y tieso. M is papás ni se
asomaban, porque en la noch e se hab ían
tomado todo e l champaña, y se hab ían
comido todo el caviar, que tenia un gusto
súper fu erte y raro.
Y, bueno, a hí estábamos, mascando el
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pan, cuando so nó el timbre. El Beltrán
dij o: "Oinc". La C lementina levantó el
citófono y puso cara de muy seria: "Sí,
pueden entrar" . Fue ento nces que se
sumó un nuevo miembro a la fam ilia
Cabello.
C uando se abrió la puer ta e ntraron
dos señores trayendo algo que yo nunca
h abía visto frente a frente. Co no zco las
jirafas, cono zco los perros, los gatos, los
h amsters y hasta un ratón (que estaba
nadando en el wáter). Pero nu nca había
visto un chancho tan de cerca. Mi máxima
cercanía co n uno había sido un sándwich
de jamó n.
- ¿Dónde lo ponemos? -le pregun-
taro n los se ñores a la C lementina.
- Llévenlo al patio, y pregúnte nle a
do n Escolástico dónde lo ponen.
Un chancho. ¿Qué hace un chancho
en mi casa?
Mi papá, que es bien antiguo , dice
"como chan cho en misa". Eso signifi ca
que es algo muy raro. Y esto era aún
más raro que eso. Era un bicho gigante,

