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Dos anécdotas marcaron la entrevista: la del poema y su poco efecto de amor… y el
primer encuentro con su maestro: “Mi maestro fue Abelardo Castillo, uno de los
escritores más importantes de la literatura argentina”. Lo conoció en la Feria del
Libro del año 1998 y le dejó un cuento suyo en un sobre con su número de teléfono.
Pasó bastante tiempo, Abelardo lo llamó y lo citó en su Estudio. La frase de
bienvenida fue: “El cuento es horrible pero tenés madera de escritor”. La dura
expresión no frenó la bienvenida. Sebastián participó varios años de su taller de
escritura y allí comenzó una relación entrañable de maestro y discípulo que aun
extraña. “Él me enseñó que la escritura es un destino. Una manera de estar en el
mundo.”
Cuando finalizaba le preguntamos cuál había sido su mejor libro. Su respuesta fue:
“El mejor libro es el que no escribí todavía”.