Page 55 - El Señor de los Anillos
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« conservaba»   bien.  Exteriormente  tenía  la  apariencia  de  un  hobbit  robusto  y
      enérgico que apenas había sobrepasado la « veintena» . « Algunos tienen suerte
      en  todo» ,  decían;  pero  cuando  Frodo  se  acercó  a  los  cincuenta  años,  edad
      comúnmente más sobria, la cosa empezó a parecerles rara.
        El mismo Frodo, pasada la primera conmoción, encontró bastante agradable
      ser su propio amo y el señor Bolsón de Bolsón Cerrado. Durante algunos años fue
      feliz y no se preocupó mucho por el futuro. Pero el remordimiento no del todo
      consciente de no haber seguido a Bilbo, continuaba creciendo en él. Se descubrió
      a  veces,  especialmente  en  el  otoño,  pensando  en  tierras  salvajes,  y  unas
      montañas extrañas que nunca había visto se le aparecieron en sueños.
        « Quizás algún día cruzaré el río» , comenzó a decirse; a lo que la otra mitad
      de la mente le respondía siempre: « Todavía no.»
        Así  continuó  hasta  que  pasó  los  cuarenta  y  se  acercó  a  su  quincuagésimo
      cumpleaños.  Cincuenta  era  un  número  algo  significativo  (o  temible);  en  todo
      caso, a esa edad le había ocurrido a Bilbo aquella aventura. Frodo comenzó a
      sentirse intranquilo y los viejos caminos le parecían ahora demasiado trillados.
      Estudiaba los mapas y pensaba en lo que habría más allá; los mapas hechos en la
      Comarca  mostraban  en  su  mayoría  espacios  blancos  fuera  de  las  fronteras.
      Frodo se acostumbró a vagabundear por campos lejanos, casi siempre solo, por
      lo que Merry y otros amigos lo observaban con inquietud. A menudo se le veía
      paseando y hablando con extraños caminantes que en ese tiempo comenzaban a
      aparecer en la Comarca.
        Había rumores de cosas extrañas que ocurrían en el mundo exterior y como
      Gandalf no había aparecido, ni había enviado ningún mensaje desde hacía años,
      Frodo andaba siempre en busca de noticias. Los Elfos, a quienes se veía muy
      raramente  en  la  Comarca,  cruzaban  los  bosques  hacia  el  oeste,  al  atardecer;
      pasaban  y  no  volvían;  abandonaban  la  Tierra  Media  y  ya  no  les  interesaban
      aquellos problemas. Había, en cambio, un número insólito de enanos. El antiguo
      camino Este-Oeste atravesaba la Comarca hasta los Puertos Grises, y los enanos
      habían tomado siempre esa ruta para llegar a las minas de las Montañas Azules.
      Eran la principal fuente de noticias de los hobbits acerca de las regiones distantes,
      si  querían  tener  alguna  noticia;  por  lo  general  los  viajeros  decían  poco  y  los
      hobbits no preguntaban mucho. Pero ahora Frodo se encontraba a menudo con
      enanos de distintas clases, que venían de las tierras del sur. Estaban preocupados,
      y algunos hablaban en voz baja del Enemigo y de la Tierra de Mordor.
        Los hobbits sólo conocían ese nombre por leyendas del oscuro pasado, como
      una  sombra  recordada  apenas,  aunque  ominosa  e  inquietante.  Parecía  que  el
      poder maléfico había desaparecido del Bosque Negro gracias a la intervención
      del Concilio, pero sólo para reaparecer con poder todavía mayor en las viejas
      fortificaciones de Mordor. Se decía que la Torre Oscura había sido reedificada.
      Desde allí se extendía el poder, a lo largo y a lo ancho y en el lejano este y en el
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