Page 735 - El Señor de los Anillos
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esta conversación. Las últimas palabras no las pudo soportar, y saltando al centro
del círculo fue a colocarse al lado de su amo.
—Con perdón, señor Frodo —dijo—, pero esto ya se ha prolongado
demasiado. Él no tiene ningún derecho a hablarle en ese tono. Después de todo lo
que usted ha soportado, tanto por el bien de él como el de estos Hombres
Grandes, y por el de todos.
» ¡Oiga usted, Capitán! —Sam se plantó tranquilamente delante de Faramir,
las manos en las caderas, y una expresión ceñuda, como si estuviese increpando
a un joven hobbit que interrogado acerca de sus visitas a la huerta, se hubiese
pasado de "fresco", como el mismo Sam decía. Hubo algunos murmullos, pero
también algunas sonrisas en los rostros de los hombres que observaban. La
escena del Capitán sentado en el suelo, enfrentado por un joven hobbit, de pie
frente a él, abierto de piernas y erizado de cólera, era inusitada para ellos—.
¡Oiga usted! —dijo—. ¿A dónde quiere llegar? ¡Vayamos al grano antes que
todos los orcos de Mordor nos caigan encima! Si piensa que mi señor asesinó a
ese Boromir y luego huyó, no tiene ni un ápice de sentido común; pero dígalo. ¡Y
acabe de una vez! Y luego díganos qué se propone. Pero es una lástima que gente
que habla de combatir al enemigo no pueda dejar que cada uno haga lo suyo. Él
se sentiría profundamente complacido si lo viera a usted en este momento.
Creería haber conquistado un nuevo amigo, eso creería.
—¡Paciencia! —dijo Faramir, pero sin cólera—. No hables así delante de tu
amo, que es más inteligente que tú. Y no necesito que nadie me enseñe el peligro
que nos amenaza. Aún así, me concedo un breve momento para poder juzgar
con equidad en un asunto difícil. Si fuera tan irreflexivo como tú, ya os hubiera
matado. Pues tengo la misión de dar muerte a todos los que encuentre en estas
tierras sin autorización del Señor de Gondor. Pero yo no mato sin necesidad ni a
hombre ni a bestia, y cuando es necesario no lo hago con alegría. Tampoco hablo
en vano. Tranquilízate, pues. ¡Siéntate junto a tu señor, y guarda silencio!
Sam se sentó pesadamente, el rostro acalorado. Faramir se volvió otra vez a
Frodo.
—Me preguntaste cómo sabía yo que el hijo de Denethor ha muerto. Las
noticias de muerte tienen muchas alas. A menudo la noche trae las nuevas a los
parientes cercanos, dicen. Boromir era mi hermano. —Una sombra de tristeza le
pasó por el rostro—. ¿Recuerdas algo particularmente notable que el Señor
Boromir llevaba entre sus avíos?
Frodo reflexionó un momento, temiendo alguna nueva trampa y
preguntándose cómo acabaría la discusión. A duras penas había salvado el Anillo
de la orgullosa codicia de Boromir, y no sabía cómo se daría maña esta vez,
entre tantos hombres aguerridos y fuertes. Sin embargo tenía en el fondo la
impresión de que Faramir, aunque muy semejante a su hermano en apariencia,
era menos orgulloso, y a la vez más austero y más sabio.